domingo, 25 de noviembre de 2012

God's in his heaven, all's right with the world

Son las 9 de la noche, las 10 a lo mucho; porque Tokio III anochece en cuanto dan las 4 de la tarde (demasiado pronto, demasiado rápido para que el atardecer sea un lugar de esparcimiento). Aunque se estableció un toque de seguridad obligatorio y estrictamente puntual, la oscuridad es la que no admite retrasos. Todos están en casa: una breve cena, algunas tareas antes de dormir, y no más.

Shinji se retiró a su habitación hace algunas horas, no consigue conciliar el sueño. Puedo verle, inmóvil, en posición fetal con los audífonos puestos. Sus ojos no descansan, las cosas en las que piensa los requieren perdidos mirando al vacío. Probablemente piensa en el comandante Ikari. En su madre. El campo AT que reventó esta mañana aún le hormiguea en la piel, le cimbra los huesos y le lastima las articulaciones… Y aún así, no me queda ninguna duda, también piensa en Rei, en Asuka.

Para cada espectador obediente hay algo trascendental en la trama de Evangelion; por lo menos un aspecto valioso salta de entre las embestidas del apocalipsis y el alma extraviada de los protagonistas. Hasta hace muy poco encontré el propio, fue algo inesperado, casual; presente absoluto de la trama no muy comentado.

Para que sea más fácil explicarlo, supongamos la siguiente escena: una pareja de adolescentes está planeando hacer cosplay para una fiesta de disfraces. Ella, típica romántica, dice que quiere ser Rei. Él, enamorado como está de ella, confiesa que eso le fuerza a ir disfrazado de Shinji. La chica duda: “¿no sería mejor, entonces, que fuera vestida de Asuka?” A final de cuentas es la poderosa alemana la que vive con Shinji, con quien comparte departamento y, en alguna ocasión, hasta se han besado. Además, Shinji y ella se sincronizan en algún capítulo. Definitivamente, Asuka le ama y han compartido más; hasta el futón… “Pero no. No me gustaría ser Asuka”, responde ella y continua: “Sin tomar en cuenta mi disfraz, ¿a ti quién te gustaría ser?” Él no lo piensa ni un segundo: “El comandante Ikari”; es mucho más fácil parecerse a él, además, su personalidad lúgubre siempre le ha parecido intrigante. Ella sonríe coqueta: “Perfecto, yo puedo ser la doctora Ritsuko. Me compro una bata y listo”.


Llegados a este punto, esta pareja de adolescentes dulcísimos ha caído en cuenta del juego perverso que conlleva su conversación: los idilios de Evangelion. Han descubierto la tensión sexual que flota en los elevadores de NERV. El cuerpo siente hambre, y la carne está pegada a la supervivencia. Aún Ikari y Ritsuko, negados al cariño como aparentan estar, seguro tienen episodios apasionados en las salas de control y monitoreo de los Eva (apasionados tal vez no sea el adjetivo correcto, dejémoslo en inevitables).

Nuestro chico imaginario está verdaderamente entretenido en comprender las personalidades de los Evangelion y el tipo de necesidades que conlleva cada una; así pues, comenta: “Si tú eres Ritsuko y estás triste, desolada por la frialdad de Ikari, yo puedo ser el carismático Kaji y darte consuelo”. Se ríe -acaba de robarle un poco de encanto a Kaji para coquetear con su novia-. Ella se toma muy en serio el último comentario y, sintiendo pena por la bella doctora Ritsuko, por sus años crueles y amargos, opta por la entereza de Misato y lo corrige: “De tu ser Kaji, me gustaría más amarte como Misato. Y bailar toda la noche… borrachos.”


¿Qué tal? Cuántas combinaciones ¿no? Ahora me parece que la sexualidad no explícita de Evangelion es la que mantiene con vida a estos huérfanos del mundo. Les da calor, les promete una esperanza: continuar. Morir y nacer.

Ahora bien, lo más difícil de ver, lo que se le escapa a nuestros inocentes enamorados, desde el principio, es:

Si por pura empatía ella quiere ser Rei y, él es afín al comandante Ikari, ¿cuál es el problema? Para estos dos personajes también hay una cama en donde caben a la perfección. Años atrás, Ikari amó a Rei más que a nada, más que a nadie. ¡Bah! Es el fin del mundo y Evangelion es demasiado realista, la verdad es que hay lugar para todos y todas; aún ni siquiera menciono la combinación Asuka-Kaji ni la delicadeza del combo  homosexual Shinji-Kaoru para confirmarlo nuevamente: el deseo no desaparece.

Es irónico, pero hay veces que la mente se desvanece solo gracias a los placeres del cuerpo. Pienso en esa imagen donde Rei y Shinji se abrazan desnudos y la piel de ambos es tan blanca, tan brillante que se torna translúcida. No se trata nada más de sus cuerpos entregados, esa escena es la representación de su yo diluido...

En Tokio III oscurece muy temprano, las noches son demasiado largas y solitarias. Hacia las 6 de la mañana, cuando amanece -igual de rápido que cuando anochece-, no hay lugar para el recuerdo, pero las sábanas siguen húmedas. Las almohadas también.


domingo, 18 de noviembre de 2012

El Evangelion según Hideaki Anno


"It's strange that 'Evangelion' has become such a hit
all the characters are so sick!"
Hideaki Anno

Es verdad, en Neon Genesis Evangelion (1995) todos los personajes son enfermizos y hasta cierto punto patéticos; pero el hecho de que sean terriblemente humanos es lo que los hace ser tan entrañables. Es por eso que, a pesar de los años, la serie sigue vigente como uno de los pilares de la animación japonesa contemporánea.

Me enfocaré únicamente en el anime que todos conocimos (y amamos) a edad temprana, esos 26 capítulos que se transmitieron en los años noventa. La trama ya es conocida por todos, nos encontramos en un mundo apocalíptico donde la humanidad está siendo amenazada por seres a los que llaman Ángeles; la mitad ya fue exterminada con el Segundo Impacto, por lo que ahora luchan contra ellos a través de la corporación NERV y los EVA piloteados por nuestros tres adolescentes favoritos: Shinji, Asuka y Rei.

A primera vista parece ser una historia de aventura y acción mecha, pero a medida que avanzan los capítulos nos vamos sumergiendo cada vez más en la psique de los personajes hasta dejar de un lado la acción para dar paso al drama interno que sufren los protagonistas.

Algunos dicen que Evangelion es el resultado de la depresión que vivió Hideaki Anno y de su posterior acercamiento a la teoría del psicoanálisis; quizá a esto se deba que los protagonistas estén llenos de complejos y conflictos y que gran parte de la historia -sobre todo a partir de la segunda mitad de la serie- se nos vaya en cuestionamientos y diálogos introspectivos. Y es ahí donde Evangelion se aparta de los demás animes de la época, pues el autor se permite entrar a los rincones más profundos de la mente de sus personajes.


Siempre me ha llamado la atención la manera en la que Anno plantea el mundo apocalíptico; la ciudad de Tokyo-3 se yergue con todo su entramado tecnológico pero sin caer en las pretensiones futuristas de otros animes del estilo. Esta ciudad tecnológica se cimienta sobre las ruinas que dejó el Segundo Impacto. Los ataques constantes de los Ángeles hacen que siempre haya una sensación de desolación y destrucción en el ambiente; éste se acentúa gracias a los magníficos encuadres que realiza el autor, las escenas de la ciudad, esos primeros planos silenciosos y recurrentes de los postes de luz, las vías del tren, los andenes vacíos, las calles, los semáforos y, sobretodo, el sonido constante de las cigarras recordándonos el verano perpetuo. 


En este paisaje apocalíptico, la ciencia aparece como la salvación de la raza humana; la creación de los EVA -que más que robots son seres biológicos creados artificialmente- se presenta como su última esperanza. La ciencia es lo que protege a la hombres, pero al mismo tiempo es la causante de todos sus males; es esa arrogancia la que causó la tragedia hace quince años, el quererse poner a un nivel casi divino: “Los humanos son incapaces de crear algo de la nada, deben tener algo de donde comenzar,  porque los humanos no son dioses”.

En este contexto la ciencia y la tecnología deshumanizan al hombre, quien se encuentra absorto en sí mismo, incapaz de relacionarse con otros. Quizá esa sea la razón de que los últimos dos episodios -los cuales rompen por completo el ritmo de la serie- muestren un enfrentamiento de los personajes con su pasado, con sus traumas y con sus vacíos existenciales; abordan ese reencuentro consigo mismos, el dejar de huir y la búsqueda del sentido de su existencia.



Este final causó polémica entre los fans quienes lo encontraron demasiado ambiguo. Algunos afirman que los problemas financieros dentro de la producción fueron la razón de este, lo que obligó a los estudios Gainax a prescindir de escenas demasiado elaboradas; otros dicen que fue porque el autor no encontraba la manera de terminar la serie. No sabemos si es verdad, lo cierto es que Anno defendió siempre su final, lamentando incluso las críticas de algunos fans a los que no les gustó. Él siempre argumentó que con Evangelion quiso ir más allá de lo que se estaba haciendo en ese momento en cuanto a animación, de ahí que tocará temas tan complejos y no comunes como los que se abordan en la serie.

Es por eso que al final podemos ver un colapso en los personajes, tanto interno como externo. En lo que parece ser el Tercer Impacto, Shinji se cuestiona el  Proyecto de Complementación Humana al tiempo que busca el motivo de su vida y el ser algo más que un instrumento.  En este anime Anno plasma su visión de la humanidad, es una obra íntima donde descarga sus propias frustraciones, sus miedos y sus anhelos; él mismo así lo mencionó: “Evangelion is my life and I have put everything I know into this work. This is my entire life. My life itself”


lunes, 12 de noviembre de 2012

La primera tsundere: Asuka Langley



El mundo puede acabarse, de nuevo (ya se acabó la mitad con el primer impacto). 13 años y la misión de salvarlo. La reacción de Asuka Langley es asumir esta misión como su motivo de vida, no para salvar a algo o alguien, ni siquiera a sí misma. Sino para la aprobación de una madre muerta.

Asuka es un personaje entrañable por su excesiva humanidad. Porque en Evangelion se trata de eso, todos con motivos más viscerales que reales y muy faltos de heroísmos, pueden salvar al mundo. Y ahí se cierra el círculo ¿es la misma condición humana ensimismada  con problemas muy introyectados y con motivos egoístas la que puede salvarse a sí misma? Tal vez, no lo sabemos o podemos asumir alguno de los finales de esta serie.

Tsundere es un vocablo que proviene  de “tsuntsun” (agresivo), y “deredere”(amoroso), esta manera de describir algunos personajes femeninos se ha ido extendiendo en los animes ante la dualidad entre mostrar lados muy fuertes y agresivos y aspectos muy loables y amorosos entre otros. Asuka precedió en este arquetipo  (y antes que se le denominara así) a personajes como Haruhi Suzumiya (La melancolía de Haruhi Suzumiya, 2006), Taiga Aisaka (Toradora!, 2008) y mi favorita Kurisu Makise (Steins; Gates, 2011).

Claro que Asuka es mucho más compleja que cualquier otra tsundere posterior, pues su dualidad es mucho más oscura, no es definida por un simple "temor" a expresarse. Asuka confunde el parecer con el ser, el parecer ante una mirada aprobatoria o reprobatoria de una madre suicida. Asuka quiere parecer adulta y madura porque no está dispuesta a mostrarse indefensa como una niña. “No voy a llorar”, se dijo y lo intenta mantener a lo largo de toda la serie. Pero en esta lucha entre parecer adulta y realmente no serlo (e incluso ser más niña que todos porque no se ha dado el momento para vivirlo), se pierde. No puede aceptar el fracaso, porque ella cree que lo que ha logrado parecer es quien es.

A manera  de descomplejizar a la segunda "elegida" para pilotear un EVA, puedo decir que me recuerda mucho a la descripción del eneatipo 2 del eneagrama, sobre todo en la sensación de aprobación y querer

…obtener una sensación de ser a través de la mirada ajena. La necesidad del Dos de dar es tan fuerte que se vuelve egoísta y lo que se da lleva impresa una etiqueta invisible del precio a pagar. A menudo es un alto precio a pagar como Dos, el compensarse por haber perdido su yo real, y comenzar a inflar y exagerar la importancia de lo que dan a otros. Esta exagerada auto-importancia se conoce de otra manera como orgullo, y cuando los Dos están muy enfermos, el orgullo se vuelve su rasgo más llamativo y característico.

Asuka Langley Soryu es la Asuka del anime, es una Asuka mucho más “tsuntsun” que “deredere”. Pero en Rebuild of Evangelion la hemos visto mucho más cercana, más quebrada en la idea de ser adulta y más dispuesta a aceptar su niñez (hasta tiene una muñeca). Tiene un nuevo nombre y es menos pelirroja. ¿Qué le espera a esta nueva Asuka –hoy Shikinami- Langley  en Evangelion: 3.0 You Can (Not) Redo? ¿Habrá mostrado su lado más tierno y la veremos en su versión mucho más combativa? Me aventuro a esta opción, pues la foto de ella con un parche en el ojo, me hace pensar que el destino de Asuka será seguir estando entre el parecer y el ser. 


Update 16 de Noviembre. Por recomendación de Josué Villeda, vemos los primeros 6 minutos de Evangelion: 3.0 You Can (Not) Redo, donde Asuka aparece en todo su esplendor.



lunes, 5 de noviembre de 2012

Rebuild of Evangelion: el amor es destructivo


Y Yahvé Dios le dio al hombre un mandamiento; le dijo:
«Puedes comer todo lo que quieras de los árboles del jardín,
pero no comerás del árbol de la Ciencia del bien y el mal.
El día que comas de él, ten la seguridad de que morirás.»
(Génesis; 2, 16-17)

La Humanidad es creada, de la misma forma que los Ángeles. Unos son frutos del Árbol de la Ciencia y los otros, del Árbol de la Vida. No son sino alternativas de una misma Creación que, al final, se reunirán en un solo ser encaminado a la Eternidad. La vuelta al Edén.

La Humanidad inicia su historia con un acto de desobediencia. Otros dirán que no es desobediencia, sino libertad. Es un acto que, según esta interpretación del relato bíblico, la distingue de Dios y le confiere el gobierno de la tierra, la obligación de ganarse la vida con su trabajo y la condena de que algún día morirá. Pero el peor castigo no es en realidad la muerte, sino la soledad.

Eso es, en resumen, el fondo de Neon Genesis Evangelion. Conocemos los pormenores: un Segundo Impacto que liquidó a la mitad de la humanidad, la invasión de los Ángeles y la batalla que se les planta. Armageddon, el fin del mundo.


Pero eso es sólo la superficie de la historia. En el fondo está la soledad: la de Shinji, huérfano de madre desde muy niño, abandonado por su padre; viviendo el dilema del erizo: ansía la cercanía pero ello lastima a otros y le acarrea dolor. Y así podríamos hablar de Misato, de Ritsuko, de Asuka, de Kaji. Cada uno con historias de amor entremezclado con odio. De obligaciones y deudas reales e imaginarias con sus vivos y sus muertos.

Para todos ellos se vislumbra una gran tentación: renunciar a los límites individuales, licuarse en la sustancia original, abdicar de la libertad y el amor. ¿Para qué insistir en tener deseos propios si éstos son incompatibles con los de otros? ¿Para qué comunicarse si existe siempre el riesgo latente de no ser comprendidos y de no comprender? ¿Para qué amar si eso no es sólo alegría sino, las más de las veces, dolor y tristeza? La tragedia de Evangelion no está en la batalla por el fin del mundo. Está en su gente. En sus desesperados, patéticos, a veces sofisticados, intentos por mitigar la soledad.

Líneas arriba hablaba de la desobediencia como un acto de humanización. Ese es el lugar donde Evangelion desea llevarnos, recurriendo a la relación paradigmática con la madre, representada en el propio Eva. Un nuevo acto de desobediencia y rebeldía que culmina con el re-nacimiento de la humanidad. Shinji, como el nuevo Adán, rechaza el regreso al Edén admitiendo así la angustia propia de la libertad y el amor.

Neon Genesis Evangelion se transmitió en Japón durante el otoño de 1995. Constó de 26 capítulos más el final compuesto por las películas Death & Rebirth y The End of Evangelion. Desde 2007 comenzó el remake conocido como Rebuild of Evangelion en versiones cinematográficas con Evangelion 1.0: You are (not) alone, siguiendo en 2009 con Evangelion 2.0: You can (not) advance. Este mes se estrenará la tercera entrega.

Rebuild of Evangelion no es sólo una mejora en la animación y efectos visuales. Desde los títulos se pone el acento en la naturaleza ambivalente de los conflictos de los personajes, en especial los de Shinji, que poco a poco aprenderá que el dolor es parte del amor y de la vida. Se introducen nuevos personajes y todo sugiere que los eventos ocurrirán de una forma distinta. Sin embargo, Hideaki Anno parece seguir respetando la esencia del mensaje que desea transmitir: el amor es destructivo y la libertad, dolorosa. Pero eso es lo que nos hace humanos.


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