domingo, 10 de febrero de 2013

One Piece, la familia


Habría que hablar, aunque sea por esta ocasión, del consuelo valioso que el anime ofrece respecto a la familia ausente. Esa de la que todos nos dolemos: el padre desobligado, la madre que no sabe ser madre; los hermanos con los que no se tiene nada en común; el vacío de aquellos parientes que nunca conocimos, los que nunca tuvimos. Los muertos… Ahora no me viene a la mente ningún anime en el que la familia sea el eje central de la historia, en el que siquiera los miembros de la familia nuclear estuvieran completos. Curiosamente, si llega a haber una familia en la que no se ha extraviado ya uno de sus integrantes, el protagonista es quien parte en busca de algo más, dejando ese hogar gratuito en el pasado.

Esta característica suele pasar desapercibida, tal vez por lo que de natural tiene, por inevitable. Para preservar la familia, el grupo, es necesario desprenderse de la cuna que nos acoge y construir nuevos vínculos. La red debe ser extendida para evitar el desgaste que el tiempo produce en ella, para resanar el desgarre de sus hilos hechos de afectos humanos.

En el anime esta búsqueda se presenta bajo las condiciones más diversas. Entre las más comunes -habitando la casa vecina o asistiendo a la misma escuela- está la amistad. Los amigos son la familia que nosotros elegimos, la que nos comprende mejor. Sus miembros tienen la misma edad o, por lo menos, participan de intereses primordiales similares. El amor, las risas compartidas, dan origen a este tipo de familia. Necesaria para tantos. Aunque no para todos.

También están aquellos que nacen con una misión en la vida. Un talento que les requiere en primer grado, por encima de lo que puedan compartir con sus consanguíneos. Este tipo de personaje (de persona) precisa perfeccionar su talento y para lograrlo demanda de un profesor, de contrincantes poderosos, de camaradas entrañables que configuren y sostengan el mundo exclusivo en el que se puede desenvolver con plenitud.

También están las familias circunstanciales. Aquellas que nos provee el destino según el lugar y la época en la que nos tocó vivir: el escuadrón que pelea en la guerra; los pacientes que salva un médico; los integrantes de un equipo de futbol; aquellos que asisten al mismo bar; a los que nadie más quiere; los inmortales; la tripulación de un barco… Por ejemplo, este último caso, la familia que conforma la tripulación de un barco, es la bonita familia que se retrata en One Piece.

El anime, a grandes rasgos, cuenta la historia de Monkey D. Luffy, quien quiere convertirse en el rey de los piratas y que, para conseguir dicho objetivo, antes que nada debe de hacerse de una tripulación confiable que lo respalde y lo acompañe en su travesía por el mar. Al primero que conoce es a Roronoa Zoro, un hombre disciplinado y honorable, hermano confiable que desea convertirse en el mejor espadachín del mundo. Los sueños de ambos combinan a la perfección. Después vendrá Nami, la navegante extraviada, la huérfana, aquella que les puede guiar a través de cualquier situación y lugar porque es una gran observadora. Una compasiva niñera y ladrona. El cuarto miembro en unirse a la tripulación es Usoppu. No es especialmente talentoso pero, es gracioso; de buen corazón. Así, de alguna manera se torna útil; él, constantemente, dimensiona el peligro de las situaciones a las que se enfrentan. Sanji es el quinto miembro en aparecer, el cocinero. El anfitrión que fuma copiosamente y se desvive en alimentar con cuidado a la tripulación, de proteger a las féminas en peligro. Y ya, para no hacer el cuento largo, en breve diré que la tripulación se termina de conformar con la llegada de Chopper, el médico; Robin, la sabia historiadora; Franky, el ingeniero y carpintero del barco y; por último, Brook, el músico (no podía faltar).

Cada uno de los personajes aquí mencionado -en su muy particular forma de ver la vida- encaja a la perfección dentro de la travesía planteada por Luffy. Si bien las dicotomías hacen apariciones constantes (el bien y el mal, la justicia y la injusticia, el nacimiento y caída de los héroes) juntos conforman el valioso ensamblaje de una pieza: la familia que se hace compañía y se soporta.

Que afortunados son. Pase lo que pase, les sucede codo a codo. De esta manera, el dolor de estar vivos no puede competir con el consuelo que provee el tener con quien compartirlo. Esto suena a algo agradable de ver ¿no? De observar el cómo es que se hace una familia. Y lo digo en base a los hechos:

One Piece, hasta el momento, se compone de 583 capítulos (más los que faltan, probablemente otros cientos más); se transmite por televisión desde 1999, hace más de 14 años; el manga se publica desde el 97 y, además, es de los más vendidos en Japón -quizás, también, uno de los más conocidos alrededor del mundo-.

No creo que sea una casualidad el que, para comprender una historia que trata la conformación de un grupo tan hondo, tan indispensable para sus integrantes, como lo es para todos, sea necesario que pase más de una década.

¡Ah, el anime! Tan real.


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