Psycho-Pass
(Production I. G, 2012) es una opción interesante. Fuera de los géneros más
difundidos y fáciles de ver -comedias, amor, romance, batallas, deportes,
escuela, etc.- logra mantener una independencia intacta dentro de lo oscuro,
futurista, sangriento y estresante.
La historia
ocurre en un futuro próximo trastornado por el desarrollo tecnológico -comprensiblemente- pero,
retorcido a partir de un descubrimiento muy puntual: de alguna manera han
conseguido armar escáneres que miden y cuantifican la personalidad y el estado
mental de la gente. El llamado Psycho-Pass (por el cual toma su nombre la
serie) es instalado en el cuerpo de las personas y funciona como un dispositivo
de almacenamiento de información psicológica y biológica. Cuando los estándares
de comportamiento de un individuo se ven alterados, aunado a sus intenciones y
pensamientos, la información almacenada dentro del Psycho-Pass se coteja con el
índice de “Coeficiente de Criminalidad” y, si este resulta ser peligroso, los
miembros de la Oficina de Seguridad Publica e Investigación Criminal obtienen
permisos ya sea para perseguirle, detenerle e incluso, utilizar fuerza letal.
Con esta metodología se pretenden alcanzar niveles altísimos de prevención del
crimen… Es curioso, pareciera como si lo hubieran logrado, una sociedad casi
utópica, sin embargo, los criminales que logran evadir el sistema, son
criminales a prueba del mismo sistema, tipos insanos, de mucho cuidado. La
paradoja es muy seductora para el espectador.
Es
complejo hablar de las particularidades y los detalles bajo los que se rige el
funcionamiento del Psycho-Pass; hasta el momento, no tengo muy en claro su
sistema operativo pero, como sucede con las buenas obras de ciencia ficción, la
omisión de algunos datos acerca de la construcción de un entorno futurista es
completamente comprensible. No es que sean datos irrelevantes, es que su razón de
ser es equivalente a nuestra incomprensión, son cosas que están fuera de
nuestro tiempo.
Por otra parte, de lo que si puedo hablar es del armamento que utilizan los personajes de Psycho-pass. Programaciones básicas que dan cuenta de qué tan peligrosos son los monstruos que esas armas deben combatir y, por ende, del tipo de historia ante la que nos encontramos.
El arma
por excelencia con la cual cargan los “oficiales de policía” -supervisores y
ejecutores- es el “Dominator” (este nombre no es ninguna casualidad). Si el
arma es apuntada, automáticamente, su sistema calcula el nivel de criminalidad
que el objetivo posee. Solo si dicho nivel es excesivo será posible disparar el
arma. Por el contrario, si los niveles no exceden ningún parámetro de riesgo,
el arma se bloquea.
El
Dominator tiene tres modos: The
Paralyser, Eliminator, y Lethal Decomposer. El primero, como su nombre lo
indica, funciona para capturar sospechosos. Únicamente los paraliza; inclusive
pudiera no tener efecto si a quien se le dispara se encuentra bajo el efecto de
alguna droga estimulante. El segundo modo, Eliminator, provoca que el cuerpo de
las personas explote en pedazos (en su uso recaen las escenas más sangrientas
del anime). Y por último, el tercer
modo, Lethal Descomposer, se utiliza para destruir cosas no vivientes, como
androides y robots. Cuando un oficial utiliza este modo, la carga produce que
la materia se desintegre al contacto. Pues bien, la pregunta que me desvela por
las noches es ¿en dónde se encuentra la línea que divide el uso del Paralyser y
del Eliminator? Es intrigante porque ahí se encuentra la programación de un
sistema moral que decide entre la vida y la muerte. Un sistema que, más allá de
jurados humanos, es establecido por una máquina que interpreta el cuerpo de las
personas.
El primer capítulo de Psycho-Pass explica de forma
muy clara el uso del Dominator, además, señala a la perfección los puntos en
los que incurre su fuerza y su debilidad como arma de fuego. Por ejemplo, nos presentan
el caso aislado de una mujer victima de secuestro que, a causa del estrés al
que ha sido sometida -no por haber cometido algún crimen-, se vuelve un
objetivo viable para el Dominator. La tecnología encarnada en esa arma es
increíble pero, en vista de que la inestabilidad emocional no es sinónimo de
criminalidad, el juicio de la persona que la utiliza sigue siendo muy valioso.
A mí parecer, aquí se representa el dilema clásico que diferencia al hombre de
la máquina en el marco de su fortuita e irrepetible capacidad moral. Y bueno,
la moral es un asunto muy escabroso porque tiene implicaciones profundamente
enraizadas en las convenciones sociales, en el lugar y la época. Basta con pensar
en lo que está bien y lo que está mal al medio de una guerra para suponer
situaciones totalmente ambiguas a la razón. Lo increíble de Psycho-Pass es que,
a final de cuentas, con unos pocos elementos representa todo un modelo social
al que atenerse.
Esta serie da mucho qué pensar.
Otro
aspecto intrigante es el hecho de que, en algunos sectores de la sociedad se ha
opinado tradicionalmente que el conflicto de la criminalidad solo corresponde
resolverlo a la autoridad, al Estado pues. Por ejemplo, en nuestro país, el
Estado y el delincuente son los protagonistas del sistema. Todo el asunto en
derredor de un crimen se centra fundamentalmente en la pena o sanción que la
autoridad aplica al culpable, la cual debe de ser intimidatoria y proporcional
al daño. De esta manera, la justicia, la restauración de los perjuicios, la
educación, rehabilitación, etc. quedan fuera de escena. Psycho-Pass representa
la continuidad de un sistema judicial de este tipo, en el que los valores
detrás de los actos y las personas están supeditados a una funcionalidad
representativa pero no esencial.
Con
honestidad, me da para largo ver la serie y luego hacerme preguntas sobre nuestro
propio sistema de justicia; en algunos momentos terribles se parecen mucho. El
asunto de la estabilidad emocional de los individuos y su manejo del estrés
también es indispensable cotejarlo con nuestra contemporaneidad neurótica. La
tecnología como el medio por excelencia mediante el cual nos interrelacionamos
es otro punto que merece ser meditado. Y, por último, he de decir que a lo
largo de la serie se presentaran persecuciones detectivescas que tienen como
centro el análisis de la mente criminal. Exquisito.
En fin, la animación y música también son geniales.
Recomiendo este anime ampliamente.
Psycho-Pass
se estrenó a finales del año pasado, en octubre. Aún se encuentra en
transmisión.
Lo que puedo decir de esta serie es que hay que prestarle atención a todo, ya que si te pierdes de una parte ya no entenderás. Un anime muy bueno.
ResponderEliminarTienes razón. Es un anime un poco demandante. Ya veremos cómo se desarrolla la trama, se ve que viene un duelo de mentes criminales muy intenso. ¡Saludos!
ResponderEliminarmuy buena nota saludos.
ResponderEliminarArigatou!! :3
ResponderEliminarGran reseña, este anime termino hace poco. Y deja mucho en que pensar, en terminos psicologicos, morales, judiciales, sociales, tecnologicos... abarca mucho.
ResponderEliminarEl final es bastante sombrío, a mi parecer podría decir que te quita toda esperanza. Este anime me dejo con muchas interrogantes y reflexiones. Aunque sin duda alguna, tomaría la misma desición que Akane.
La serie para mi brilla al tratar de contarnos las ideologías, hay episodios ya casi al final que es puro dialogo, e inclusivve me matuviron al filo de mi asiento :). En lo personal las reflexiones de Makishima son mis favoritas.
No haré spoilers, sin embargo diré que luego de la segunda mitad de la serie el malo no es quien todos creiamos. Pero vale la pena esudiar con detenimiento la figura que del villano q nos presenta la serie al inicio. Y es que yo pude ver en él a un antiheroe, y uno muy bueno que trataba de hacer que las personas volvieran a ser seres humanos. Y llegue a un punto donde simpatice mucho con él, a pesar del hecho que era asesino despiadado y cruel, vaya un gran criminal de nuestra época.
Gran anime muy recomendable.
Buena reseña. No olvides las citas filosóficas y literarias que aparecen todo el tiempo en voz de los personajes, ya sean inspectores o criminales. En tal sentido es algo fina, aunque claro que tiene su lado brutal. Es increíble ese anime, poco común por su balance.
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