Me voy a atrever a afirmarlo (y ustedes
perdonarán tal atrevimiento) pero creo que Satoshi Kon es un genio. Pero para no caer en facilismos mejor diré
que sus películas, al menos las que yo
he visto, son maravillosas visual y narrativamente.
Perfect
Blue (1997) es un
thriller psicólogico que despierta nuestros temores y paranoias más profundas; Paprika (2006) es un viaje onírico, un
desfile visual que nos hipnotiza de principio a fin. Ambas son grandes, ambas
tienen protagonistas femeninos tan complejos y bien estructurados que logran
atraparnos.
Pero si hablamos de personajes femeninos,
nadie ha tocado tan fuerte mi corazón como la actriz milenaria. Y es ahí a
donde quiero dirigir este post.
Millennium
actress (2001) cuenta la
historia de Chiyoko Fujiwara, una reconocida actriz japonesa que, en la
actualidad, lleva más de 30 años apartada de los escenarios viviendo aislada de
la sociedad, como una ermitaña. Genya Tachibana, junto por su apático
camarógrafo Ida, la visitan en su casa con el objetivo de entrevistarla. Ella
los recibe y se dispone a contarles “su historia”; pero antes, Genya le entrega
una llave que encontró hace años en un estudio de grabación. Justo en el
momento en que Chiyoko toma la llave ocurre un terremoto.
Esa es la llave que nos abre la puerta a
sus recuerdos.
El relato de su historia comienza desde
su nacimiento, durante el gran terremoto de Kanto; después la vemos crecer
hasta convertirse en una joven que es descubierta por los estudios Ginei,
quienes le proponen convertirla en actriz. Es precisamente en esta etapa de su
vida que conoce al “joven misterioso de la llave”, un pintor, rebelde del
gobierno, que estaba siendo perseguido por la policía y al que ella ayuda a ocultarse. Durante ese
corto tiempo en que “coinciden” se enamora de él y prometen encontrarse después
de que pase la guerra. Al día siguiente el joven perseguido huye a Manchuria. Chiyoko
sólo encuentra la llave que el pintor traía en el cuello: la llave para la cosa
más importante que hay.
Y es así como empieza la búsqueda
incansable de Chiyoko por encontrar al joven pintor. Nos adentramos en sus
recuerdos y, al igual que Genya e Ida, nos convertimos en cómplices de su
odisea. Es así que la película se
convierte en un viaje vertiginoso, donde el pasado de la actriz se mezcla con
escenas de cada una de sus películas. Este salto, este ir y venir entre las
memorias y la ficción de sus filmes, es tan rápido que todo se vuelve brumoso,
como un sueño. La línea entre ficción y realidad es tan delgada que se pierde
entre las actuaciones magistrales de Chiyoko.
Es por eso que lo maravilloso de Millennium Actress es precisamente su
estructura narrativa, o mejor dicho metanarrativa. Aquí Kon reconstruye el
pasado de la protagonista a través de una secuencia de escenas tomadas de los
filmes de la actriz; los diálogos ficticios de las películas de Chiyoko calzan
casi perfectamente con sus recuerdos. Nosotros, como espectadores, lo vemos
todo a través de los ojos de Genya e Ida, los cuales son insertados en la
ficción del recuerdo como espectadores también. Genya interactúa con la Chiyoko
del pasado y con la Chiyoko de los filmes; a su vez, Ida nunca deja de grabar
con su cámara portátil. Todos estos saltos en la narración, estos juegos entre
lo ficticio y lo real –aunado a la música y a la animación- dan como resultado
una obra cinematográfica simplemente hermosa.
Además, en esta película Kon da un
recorrido por la historia del cine, pero más importante, por la historia de
Japón. Nuestra actriz recorre, en su búsqueda incansable, el periodo de la
Segunda Guerra Mundial –con todo y sus bombardeos y destrucción- y la época de
la Posguerra. Con esto Kon lucha contra el olvido de la historia reciente de
las nuevas generacione, de ese pasado sin digerir que muchos pretenden olvidar.
De hecho, el director ha admitido que la ignorancia del pasado que muestra el
personaje de Ida se basa en su propia ignorancia que tenía antes de empezar a
trabajar en la película; es por eso que resulta cómico (y aterrador) cuando Ida
y Genya llegan al Tokyo destruido por los bombardeos y el ignorante camarógrafo
dice: ¡Es Ciencia Ficción!
Pero después de todo Millennium actress es una historia de amor; la historia de la
búsqueda eterna del ser amado, del que incluso ya empieza a olvidar su rostro. Chiyoko
se aferra a un amor del pasado, a un fantasma que quizá ya no existe. Pero eso
no importa, porque al final de cuentas “The
part I really loved, was chasing him”.
Si después de leer esto les entraron unas ganas locas de ver esta película, lo pueden hacer online desde acá.
muy cierto es muy hermosa es un abanico de colores tanto visual como emocional, yo llore y rei...es simplemente una obre maestra, gracias a satoshi kon por realizar estas obras...
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