Isao Takahata es quizá uno de los
realizadores más importantes de Japón; como director, productor y guionista ha
trabajado en diversas cintas de animación. Quizá el nombre no nos suene
conocido, pero él es uno de los fundadores, junto con Hayao Miyazaki, de los
estudios Ghibli. Es probable que tengamos más en mente películas realizadas por
Miyazaki, sobre todo porque algunas han sido reconocidas y aclamadas por el
público occidental (El viaje de Chihiro
y El increíble castillo vagabundo,
por ejemplo); sin embargo Takahata cuenta en su filmografía con trabajos que
están a la altura de cualquiera, aquí les recomiendo dos:
La
tumba de las luciérnagas
Es la película más triste que he visto en
mi vida. Así, tal cual. Considerada como una película con un mensaje
antibélico, La Tumba de las Luciérnagas
(1988) relata la historia de Seita (14 años) y Setsuko (5 años) dos hermanos
que se quedan huérfanos después de que su madre muere a consecuencia de los
bombardeos de los aviones estadounidenses -durante la Segunda Guerra Mundial-
en su ciudad, Kobe. Seita y Setsuko quedan al cuidado de sus tíos quienes
los tratan con desprecio, por lo que deciden irse a vivir por su cuenta a un
refugio antiaéreo abandonado.
La película se ambienta casi al final de
la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón estaba siendo derrotado; esto sumió a
la sociedad en una crisis económica y humana. Es así que a través de la mirada
de Seita y Setsuko se nos muestra toda la crueldad que trae consigo la guerra y
las consecuencias horribles que tiene que enfrentar la población civil. Pero lo
verdaderamente desgarrador es ver el destino que enfrentan los niños, aquellos
huérfanos de guerra cuyo futuro se ve sesgado por un conflicto que dentro de su
inocencia no alcanzan a entender. Los huérfanos de guerra se tuvieron que
enfrentar a la soledad, al dolor y al hambre.
Ahora bien, La tumba de las luciérnagas es una película que no se centra en sí
en el conflicto bélico sino en las consecuencias sociales de este. Además, se
plasma cómo la sociedad se va deshumanizando ante el dolor ajeno; el sentido de
sobrevivencia que desata la guerra en las personas hace que éstas cada vez se
preocupen menos por los demás. La película retrata las costumbres y la cultura
de la sociedad japonesa de aquel tiempo, donde las necesidades de la nación
están por encima de las necesidades individuales.
Con esta película, Takahata ofrece una
visión desgarradora de la guerra, mostrando las consecuencias que trajo a la
sociedad japonesa pertenecer a un país derrotado. Al mostrar el dolor de una
manera tan humana y realista se reafirma su mensaje en contra de los conflictos
bélicos, como lo han hecho otros filmes relacionados a la Segunda Guerra
Mundial (La Lista de Schindler, El
Pianista, Cartas desde Iwo Jima, etc.) Pero el gran logro de Takahata es
crear un drama basado en acontecimientos históricos a través de la animación,
dotándolo de realismo y verosimilitud. El uso de la animación en vez de ser un
impedimento para imprimir realismo a la obra, le da la libertad de reconstruir
lugares y pasajes históricos que de otra forma hubieran supuesto un coste
enorme de producción, además de que le permite dar el dramatismo que busca de
los personajes principales.
La
tumba de las luciérnagas está basada en la novela homónima de Akiyuki
Nosaka, la cual esta inspirada levemente en acontecimientos de su infancia.
Constituye así en un intento de mostrar a las nuevas generaciones el horror
vivido durante la guerra, como un homenaje a la memoria.
Mis
vecinos los Yamada
En un polo opuesto, y alejándose del
dramón que supuso La tumba de las luciérnagas, en 1999 dirige Mis vecinos los Yamada, una película
basada en el manga Hisaichi Ishii. Aquí vemos el día a día de una familia
japonesa tradicional de clase media enfrentándose a los problemas diarios de la
vida, siempre con una dosis de comedia.
A manera de pequeñas historias que se
entrelazan en la cotidianidad de los Yamada,
la película retrata las aventuras de Takashi, el padre, Matsuko, la
madre, Shinge, la abuela, y los hijos, el adolescente Noboru y la pequeña
Nonoko. Al no haber una trama central, el filme se centra en cada uno de los
personajes y en su manera de relacionarse con los otros; las situaciones
cotidianas son tratadas micro relatos en los que los Yamada hacen frente a sus
problemas con humor, finalizando siempre con el mensaje de amor familiar.
Algo que se resalta dentro de las
múltiples tramas que hay en la película es el retrato de las costumbres y
tradiciones de las familias japonesas; es entonces que la película se muestra
como un manual de las creencias y la forma en la que se concibe el matrimonio,
el cuidado y educación de los hijos y la idea de la familia.
Con esta película, Takahara se aleja de
la animación clásica presente en los trabajos del estudio Ghibli. Queriendo
conservar la esencia del manga, el director conserva los trazos
"simplistas" que lo caracterizan; esto en vez de restar valor al
trabajo y a la animación crea la sensación de encontrarnos dentro de una tira
cómica, lo que hace ver este filme sea toda una experiencia. Cabe destacar que
esta fue la primera película del estudio en ser animada totalmente por
computadora, pese a ello los trazos y el coloreado de los dibujos parecen
hechos a mano.
Lo que queda claro es que Takahara
siempre ha buscado experimentar nuevos géneros dentro de sus obras; ha pasado
del drama a la comedia sin mayor reparo. Pero algo que caracteriza a sus obras
es que son sumamente tradicionalistas y en todas ellas se retrata las
costumbres y la idiosincrasia japonesa; ahí encontramos plasmadas las
costumbres y el folclor de su pueblo, pero sobre todo la manera de pensar y de
actuar de la sociedad. Para muestra también hay que echar un vistazo a sus
otros dos trabajos: Pompoko y Recuerdos del ayer.
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