domingo, 20 de octubre de 2013

EN JAPÓN LAS COSAS NO SE PIERDEN ( 忘れ物 )


Le dedico este post a quien me recomendó esta película.
 

¿Tú qué harías si te pasara lo de los libros en la biblioteca? Ha de ser algo increíble, ¿no crees? No se puede renegar de una coincidencia así de grande. No es que sea una romántica, es que habría que ser tonta para no darse cuenta que ahí está el amor. En dónde más podría estarlo: si te encuentras a una persona en el mismo lugar en el que a ti te gusta pasar el tiempo cuando estás a solas, esa persona forma parte de tu mundo interior y siempre te va a acompañar.

Por eso a Shizuku se le va el aire cuando se da cuenta de lo que está pasando (confieso que a mí también se me fue, varias veces durante la película dejé de respirar): ha encontrado a alguien a quien le gusta estar en el mismo lugar en el que ella se retira a tomar refugio de la vida. No veo qué otra cosa puede querer decir que en las tarjetas de los libros que ella pide en préstamo de la biblioteca siempre aparezca, por encima del suyo, el nombre de alguien más; una misma persona que ya pasó por ahí, que los leyó antes que ella, que además está cerca... ¿quién será Seiji Amasawa?

¿No lo crees así? Apenas comienza la historia de Whisper of the Heart ( 耳をすませば mimi wo sumaseba, literal: si escuchas atentamente ) y el corazón late. Ésta es una historia de amor. No cabe duda.

Miyazaki es un genio. No dirige la película, pero escribe el guión. Y desde ahí, como guionista, se decanta por la metaficción. Permíteme aclarar algo, en este caso la palabra metaficción no apunta hacia ese horrible academicismo del discurso autorreferencial, de la ficción que habla de ficción. No, Miyazaki sabe ocultarse; es tan sutil que casi pasa desapercibido. Ésta es una historia de amor contada desde el amor.

Todo. Todo depende de cómo se cuenta lo que se cuenta. El valor personal de cada ser humano se corresponde con la clase de historias que es capaz de contar. Estamos obligados a ser buenos narradores porque quién sino nosotros mismos ha de contar la historia de nuestra propia vida; estamos obligados porque queremos morir sabiendo que tuvimos una existencia digna de ser.

Mimi wo sumaseba es sobre el destino. Siendo más precisa, sobre quienes están destinados al amor. Para ellos cada detalle es importante, las circunstancias son un tejido de relaciones absolutas. Nada es casual, todo es el universo en donde ocurren (por eso el papá de Shizuku dice que prefiere las tarjetas en los libros sobre los archivos digitales).

Quien es capaz de narrar el destino es quien más cerca está de conjugar el presente y la voluntad. De hacer magia. El destino es aquello que está escrito en el transcurrir del tiempo. Los caminos se bifurcan y se dividen. Tú lo sabes, a cada paso que das en el jardín del destino, debes elegir; y cada elección determina futuros caminos. Sin embargo, al final de una vida de caminar, puedes mirar atrás y ver un solo sendero detrás de ti. Quienes son capaces de narrar el destino no son capaces de ver qué sucede hacia delante, pero conocen bien el presente. Lo inmediato les pertenece. El tiempo está en sincronía con la acción. Así es como el mundo parece casualidad: lo que se entiende de la vida y del amor hace eco en todas partes.[1]

No hay otro modo. Hay que convertirse en lo que se desea, hay que conjugar el presente con la voluntad. En otras palabras, tenemos que estar a la altura del ideal que tenemos de nosotros mismos. Igual que Shizuku y Seiji. Igual que Miyazaki.

La teorización de un universo, el sueño representado, la historia dentro de la historia: nunca antes me había parecido tan claro que hay que amar para hacer arte... Y que la guerra, la guerra interrumpe el curso natural de las cosas.

Country Road, cambio y fuera.




P.D. No la había querido ver porque tenía miedo de llorar (y sí)… pero ya que la vi me siento muy contenta. Mis lágrimas cambiaron de signo: la tristeza se convirtió en dicha en cuanto brotaron de mis ojos.


[1] Creo entender que esto mismo es lo que le sucede a Kundera en La insoportable levedad del ser: “La casualidad, y sólo la casualidad, tiene un mensaje para nosotros. Todo lo que ocurre por necesidad, todo lo que es predecible, que se repite día con día, está mudo. Solamente la casualidad puede hablarnos. Somos capaces de leer su mensaje tanto como los gitanos leen los granos del café en el asiento de la taza. (…) La necesidad no conoce fórmulas mágicas, todas ellas se dejan a la casualidad. Si un amor ha ser inolvidable, la casualidad debe de volar a él como las aves a los brazos de San Francisco de Asís.”

1 comentario:

  1. Servicio completo. Aquí pueden ver Susurros del Corazón: http://peliculasfox.com/susurros-del-corazon

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