domingo, 16 de diciembre de 2012

Érase una vez, nosotros (O de cómo me gusta el drama adolescente)



En serio que no quería escribir sobre otro anime con historias románticas como lo hice con Honey and Clover; sobre todo porque se que este tipo de series es más para aquellos que gustan del azote emocional y las lágrimas sobre el monitor. Me incluyo. Pero el otro día leyendo las noticias del mundo otaku, me enteré de que habían hecho una versión live action de Bokura ga ita, la cual se estrenó en marzo del 2012.

Pues bien, Bokura ga ita es un anime que, como es común en estos casos, está basado en el manga escrito por Yuuki Obata. Narra las hitorias de Nanami Takahashi, una chica de preparatoria que se enamora del chico más popular de su salón, Yano Motoharu; al principio ellos solían llevarse mal, en gran parte porque Yano era bastante engreído y frío, pero a base de la convivencia diaria terminan enamorándose. Hasta aquí todo bien, no parece ser nada que no hayamos visto antes.

Bokura ga ita es un shoujo (es decir un género dirigido a mujeres adolescentes) pero temo decir que no es uno de los mejores. Con series como Kimi ni Todoke, Nana, Lovely Complex, Skip Beat y un largo etcétera, Bokura se queda un poco atrás en cuanto animación y originalidad. Pues a diferencia de otros, sus personajes a primera vista parecen no ser tan complejos ni llenos de conflictos internos, lo que hace que la historia de la impresión de ser un poco sosa. Nanami es una chica bastante común, cuya mayor cualidad es ser ingenua y amable. Yano por su parte es un chico bastante frío y misterioso, el cual va revelando un pasado difícil que lo persigue hasta ahora; su antigua novia fallecida parece ser el mayor impedimento para que esta pareja sea feliz.


Entonces, si  Bokura ga ita no es tan buena ¿por qué estoy escribiendo de ella? Pues porque creo que dentro de la simpleza de su historia y de su animación hay situaciones sumamente realistas, bellas y tristes. Y es que a pesar de caer en los clichés de las historias de amor -la chica ingenua con el chico popular, sorteando una serie de dificultades para ser felices- la autora se atreve a poner a sus personajes en situaciones duras que no son propias de su edad, o al menos no tan comunes. Es como si la realidad, aquellas situaciones que no están en sus manos, presionaran hasta romper la burbuja de amor en la que se encuentran.

Es por eso que vemos a nuestros protagonistas enfrentarse a una historia de amor que en lugar de florecer va cayendo en un espiral de depresión. Pues uno puede amar a alguien pero no puede dejar de lado todas aquellas circunstancias que inevitablemente terminan separando a las personas. Y es precisamente ese giro de la historia lo que hace que se mantenga interesante hasta el final.


Además, este es uno de los pocos shoujos que he visto que aborden el tema de “primera vez” de una manera realista, es más, hay muchos que ni siquiera tocan el tema de sexo entre adolescentes. Nanami y Yano deciden tener relaciones sexuales y, como es común en jóvenes de su edad, aprovechan que la mamá de Yano no va a estar en casa para hacerlo. Nanami se muestra con muchas dudas pero al final accede con un “por favor, hazme tuya”, encerrando en esta frase toda la entrega de las jóvenes orientales que, desafiando sus tradiciones, se dejan llevar por el amor: “Mamá, papá, lo siento, tengo alguien a quien quiero dedicarle esto” piensa Nanami. Toda la escena transcurre con la torpeza de estos jóvenes primerizos a los que incluso el hecho de desnudarse les parece tremendamente incómodo. La primera vez llena de ese romanticismo acelerado e inexperto se ve interrumpida cuando la madre llega súbitamente a la casa. Clásico.

Como dije Bokura ga ita puede que no sea de lo mejor que hayamos visto en cuanto al género, pero creo que es de las pocas que logran mostrar el drama adolescente tal cual es, sin retoques, torpe, con todas las dudas y temores que este conlleva. Además está narrada de tal manera que nos engancha y no nos permite soltarla sino hasta el final. Al final de cuentas de eso de tratan los shoujos, de retratar el romance juvenil y lo agridulce del primer amor, donde todas las situaciones parecen ser determinantes porque no se concibe una vida más allá del ahora.



Quiero agregar que este anime ha sido de los pocos cuyo final me dejó tan intrigada que me obligó a leer el manga, donde se encuentra la continuación de la historia. También me voy enterando que el manga por fin llegó a su esperado final apenas este año. No puedo esperar a leerlo. Y es que al final de cuentas me encantan estas historias y el drama de las jóvenes parejas escolares. Lo sé, soy una cursi, pero es la única forma en la que me permito serlo.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Cardcaptor Sakura: el descubrimiento del mundo, sin edad


En realidad, las categorías del mundo definidas por la edad no siempre han existido; tanto la infancia, la niñez y más actualmente la juventud, son constructos sociales mucho más modernos de lo que creemos.[1] Todos vivimos en el mismo mundo, desde que nacemos. No hay control para lo que vemos u observamos. La ambigüedad de los demás, a los ojos de quién asume la realidad, no tiene edad.


Sakura es una niña. La acompañamos de desde sus diez años a sus doce años durante los 70 episodios y las dos películas donde la vemos salvar el mundo. A simple vista la historia es de lo más lineal: es una elegida para ser una maga, debe primero capturar las cartas (que representan criaturas con poderes) del mago Clow y luego, en la segunda temporada hacer de esas cartas, sus propias cartas.

Sin embargo, la belleza de este anime no radica precisamente en su plot principal. No. Es lo subyacente y ambiguo lo que lo hace destacar. En primera, el diseño de personajes de CLAMP no ha podido ser superado. Cardcaptor Sakura fue emitida entre 1998 y 2000, y la verdad no tiene nada que envidiarle a un anime actual en cuanto a diseño, música y producción. Sakura utiliza ropa nueva en cada capítulo, el detalle de la realidad y la cotidaneidad del día a día, hacen que esto sea algo muy bonito de ver. Claro, la gente usa ropa distinta de a diario. Los uniformes de las escuelas japonesas cambian con las estaciones y por supuesto la gente es distinta y puede cambiar.

Este detalle estético se traduce también en los personajes. Los personajes son humanos y cotidianos. La misma Sakura encierra en su historia familiar a una madre muerta, que no hay que vengar y no resulta en una suerte de excusa para llorar. No. Es simplemente una realidad que configura que la niña esté inserta en una familia con un padre soltero, donde los hijos son responsables apoyando en las labores domésticas y en sus actividades escolares.

Pero más allá, el mundo y sus ambigüedades con sus tonos grises siguen presentes en este anime. De tal cuenta que fue censurado en Estados Unidos, aun cuando nunca se habla explícitamente de las cosas. El anime es contado desde una niña de diez años, pero que como todos vive en la realidad del mundo, un mundo que no es lineal y que no es una representación fiel de las familias tradicionales o de puro amor heterosexual.

Hay dos elementos sobre los cuales se centró la “censura”. Uno con las diferencias de edad. Sakura se enamora o cree enamorarse del amigo de su hermano Yukito, el cual es como cinco años mayor y también existe una referencia a la historia de amor entre Rika sobre su profesor. 

El otro elemento tiene que ver con la orientación sexual. Yukito y Touya, el hermano de Sakura, aunque no se declare explícitamente se sabe que tienen una relación sentimental que es muy dulce; también, Tomoyo, su amiga o prima, demuestra que el interés que tiene por Sakura es más que amistoso; e incluso Syaoran (el rival en obtener las cartas) en un principio se presenta como rival de amores de Sakura frente a Yukito.

Me parece que es una cosa exquisita tocar estos temas desde la visión de los niños que transitan entre el cuarto y sexto grado, esto hace no sólo que sea un anime para niños, si no para cualquier edad. Los descubrimientos de Sakura entre la magia y salvar al mundo, se combinan con que descubra su propios sentimientos de la transición de la niñez: si está enamorada, si no lo está y que pueda observar los objetos de afecto de los demás.

No es que esté intentando tratarte como una niña al no corresponder tus sentimientos

Mi escena favorita es cuando Sakura, por fin, toma el valor de declarle su amor a Yukito (capítulo 66, spoiler a continuación). Yukito le hace ver con mucha ternura que lo que siente por él es admiración, cuando le explica que compare los sentimientos hacia él, con los que tiene por su padre. Es una escena hermosa. Sakura, con su intuición, le pregunta si tiene una persona especial a quién querer. Él, le responde que sí. Y ella le dice que es muy feliz de saber que esa persona especial es su hermano. Desde sus diez años Sakura no emite ningún juicio de valor por las elecciones de cariño. Y esos temas y esas maneras de tocarlos, deberían ser más repetidos. Y por supuesto, no deberían ser considerados como tabú.

Estoy segura que mi hermano piensa que eres su persona favorita también.
El mundo existe, tengamos diez años o tengamos cien. Y los niños pre-adolescentes están conscientes de ello y además, deben lidiar con sus propios cambios. En general, en este anime los niños tienen criterio, opinan, toman decisiones, llevan responsabilidades, porque los niños no son una especie de infrahumanos, sino humanos con menos experiencia. Hacer un anime que nos lleve a estas reflexiones y además a pasar diciendo “kawai” a Sakura en cada capítulo es una obra maestra.
 
Para el que quiera ver una reflexión sobre lo que significa una “caricatura” (o un anime) en Estados Unidos y en Japón, a través del ejemplo de Sakura, pueden leer este paper.  Está inglés, pero vale la pena.

[1] Por ejemplo, Bourdieu nos dice que la juventud es una palabra. 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Suzaku Kururugi, nippon-jin

En 2010, el Sacro Imperio de Britannia emprendió la guerra contra Japón, logrando una completa invasión en tan sólo un mes. Le despojó de su libertad, de su cultura y hasta de su nombre, identificándolo a partir de ese momento simplemente como Área 11. Diferentes movimientos de liberación intentan recuperar el honor del país del sol naciente.

Suzaku Kururugi es un combatiente de gran capacidad, entrenado por uno de los mejores soldados que ha dado el país. Es además hijo de quien fuera el último Primer Ministro de Japón, antes de la derrota. Cualquiera apostaría que está al frente de los esfuerzos para recuperar al país pero, en vez de eso, realizó el trámite a través del que renunció a su nacionalidad para convertirse en británico honorario y se alistó en el ejército imperial. A los ojos de sus compatriotas, Suzaku es un traidor, un descastado, un hombre sin honor que, seguramente, sólo quiere escalar la jerarquía del ejército invasor para su propio beneficio.

Naturalmente, Suzaku es menospreciado y temido por los británicos, que no lo sienten como uno de los suyos, y desdeñado por los otrora japoneses. Soporta en soledad y con cierto optimismo el trato que recibe.


Británico honorario, sí, pero en el fondo Suzaku es todo un japonés. Espero poder explicar por qué.

El japonés es un individuo que, según la antropóloga norteamericana Ruth Benedict*, rige su conducta con base en complejos patrones orientados a satisfacer diversas «deudas»: hacia sus padres, mentores y otras personas que le hayan favorecido; así como a entidades más abstractas como los antepasados, el país, y la buena reputación. Un japonés, para estar en paz, necesita mantener un equilibrio entre las distintas «deudas», cosa que no es nada sencilla. Cuando éstas entran en conflicto, es preciso encontrar alguna forma de conciliarlas.

Suzaku es un hombre que trae tras de sí un pecado por el que necesita pagar su deuda pero no puede hacerlo hasta no satisfacer las condiciones que le llevaron a adquirirla —o morir en el intento—. Entonces, aunque parezca contradictorio, se coloca a sí mismo en situaciones que le reportan cada vez más vergüenza. Ganarse el aprecio de los británicos, escalar en su jerarquía… todo lo vuelve, a los ojos de los suyos, un hombre abyecto y despreciable. Las alegrías que podría recibir están siempre ensombrecidas por la sensación de ser inmerecidas, son casi una humillación.

«¿Ese es el camino que has elegido?», le espeta su maestro, en la ocasión en que la guerra los enfrentó. «Entonces síguelo hasta el final y no midas las consecuencias».

¿Pero cuál es ese camino? Suzaku es un traidor, un personaje demasiado ambiguo, difícil de entender si intentamos hacerlo con la psicología occidental. Pero con la lógica de la conducta japonesa, se abre a nosotros como un héroe trágico, como los de las historias de samuráis que fueron capaces de los peores crímenes, y hasta de quitarse la vida a sí mismos, sus mujeres y sus hijos, en aras de conciliar sus deudas. Un japonés cabal.

Combatir a aquellos que alguna vez fueron sus compatriotas y amigos, ser obligado a tomar decisiones atroces; no hay degradación que alcance a saldar su pecado. Suzaku es responsable de la muerte de su padre. No fue accidental, sino voluntario y consciente. Creía, ingenuamente, que si la guerra terminaba —y ésto no podía ser con el empecinamiento de los japoneses de defenderse hasta el último hombre—, terminaría también el sufrimiento de su pueblo. No fue así y eso le obliga a buscar el objetivo que le llevó al parricidio con aún mayor ahínco y resignación. Sin medir las consecuencias.

Suzaku es un personaje co-protagónico de Code Geass: Lelouch of the Rebellion. El personaje principal, Lelouch vi Britannia, décimo primero en la línea de sucesión a la corona del Imperio, vive exiliado en Japón desde muy niño y emprende una cruzada contra su padre liderando a un grupo rebelde del Área 11. Amigo de la infancia de Suzaku, sus distintas posiciones los confrontarán en el campo de batalla y también en el corazón.

Code Geass: Lelouch of the Rebellion consta de dos temporadas de 25 episodios cada una. La primera se transmitió de octubre de 2006 a julio de 2007 y la segunda, de abril a octubre de 2008. Fue creada y dirigida por Goro Taniguchi, con el inconfundible diseño de personajes de CLAMP.


*Benedict, Ruth, El crisantemo y la espada. Patrones de la cultura japonesa. Alianza Editorial. España, 2003.
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