domingo, 27 de octubre de 2013

Dos animes musicales


Me gustan los animes que involucran música, artistas e historias de vida. Creo que podemos encontrar varios que cumplan con estas características; en mi vida otaku me he topado con algunos maravillosos que me han marcado (Nodame Cantabile, Nana, Skip Beat!), pero en esta ocasión quiero hablarles de otros dos, los cuales tienen algunas similitudes.

1. Beck



Beck (2004) narra la historia de Koyuki, un chico de 14 años que al entrar a la escuela secundaria su monótona vida comienza a cambiar, sobre todo cuando conoce a Ryusuke, un guitarrista que lo introduce al mundo de la música y el rock. Juntos empezarán una amistad que los llevará a crear una banda de rock, para esto se sumergen en la escena musical del momento, en busca de músicos talentosos que se unan a su proyecto. En el difícil camino de Koyuki para convertirse en un músico profesional se involucran otras personas además de Ryusuke; como Kenichi, su profesor de natación y guitarra, Maho, su nueva amiga que a la vez es hermana de Ryusuke, así como sus amigos de la infancia Izumi y Tanabe. 

Ahora bien, a simple vista Beck parece una historia bastante común: un chico que quiere convertirse en una gran estrella de rock. Pero no es así. Beck tiene la cualidad de ser sumamente realista, tanto en la forma de contar la historia como en sus personajes. Koyuki no tiene un talento natural y virtuoso, lo va adquiriendo a base de su esfuerzo y de tropiezos. Ryusuke, por su parte, a pesar de tener el talento, le ha costado abrirse paso en la música debido a su actitud. La escena musical que nos presenta Beck, esa escena alejada de los grandes escenarios, que encuentra cabida en bares y conciertos pequeños, está bastante apegada a la realidad. Las estrellas de rock no surgen de la noche a la mañana, son el resultado de tropiezos y de un talento que se pule con el tiempo. Ahí la esencia de Beck.



Además, este anime está influenciado por el rock occidental, es por eso que podemos ver referencias o influencias de bandas como Nirvana, Sex Pistols, Black Sabbath, The Beatles, etc. El mismo autor del anime, Harold Sakuishi, se ha declarado fan de los Red Hot Chili Peppers y ha tomado a esta banda como influencia para crear a Beck. Es así que la serie se convierte en un abanico de referencias a la cultura pop, no sólo por la música, sino también por la creación y diseño de sus personajes y la interacción entre ellos. Con una atmósfera sobria, un tanto grunge, este anime destaca mucho por su animación.

Musicalmente Beck es una joya; este es un anime que los amantes del rock no deberían dejar de ver, pues el soundtrack y las secuencias musicales son maravillosas.

2. Detroit Metal City



Ahora pasemos a un anime que además de ser musical es sumamente divertido. Detroit Metal City los hará doblarse de risa, de eso no tengan duda. Este cuenta la historia de Soichi Negishi, un joven tímido y sumamente amable que sueña con ser una estrella pop, pero por diversas circunstancias de la vida termina convirtiéndose en una estrella, sí, pero del death metal.  Es así que su alter ego, Johannes Krauser II, líder de la banda Detroit Metal City goza de gran popularidad entre los fans del metal, los cuales han creado leyendas e historias alrededor de su persona (como que mató a sus padres o que es un demonio del infierno). Mientras tanto, Soichi trata de mantener oculta su identidad heavymetalera de sus padres y de Yuri, la mujer de la que está enamorado.

Esta situación, este debate entre el mundo del death metal y el mundo del pop romanticón, hacen que Soichi pase por situaciones hilarantes. Él desprecia profundamente todo lo que el death metal representa, pero curiosamente es buenísimo haciendo su trabajo. Yuri por su parte, escribe en una revista de música pop y odia el metal, lo cual hará que sea aún más difícil ganarse su amor.

Detroit Metal City está llena de humor negro, con situaciones grotescas pero divertidas. La dualidad del personaje principal, este ir y venir entre Soichi y Johannes Krauser, hace que la historia se mantenga interesante hasta el final. Los personajes son graciosísimos y todos en algún momento nos sacarán alguna carcajada. Además, nunca me había tocado ver un anime donde se dijeran tantas groserías, como lo dije, está llena de humor negro, pesado, pero efectivo. La serie es en sí una parodia del mundo del metal. 



Al igual que Beck, Detroit Metal City tiene referencias a la cultura pop occidental, la música metal claramente está inspirada en bandas metaleras que conocemos, además de que el diseño de los personajes de DMC nos recuerda a los integrantes de Kiss. 

Estos dos animes musicales son muestras claras de que en Japón conocen la cultura occidental, tanto que pueden apropiarse de ella y crear historias que son efectivas para ambos. En Japón saben hacer música, y lo hacen muy bien. 

domingo, 20 de octubre de 2013

EN JAPÓN LAS COSAS NO SE PIERDEN ( 忘れ物 )


Le dedico este post a quien me recomendó esta película.
 

¿Tú qué harías si te pasara lo de los libros en la biblioteca? Ha de ser algo increíble, ¿no crees? No se puede renegar de una coincidencia así de grande. No es que sea una romántica, es que habría que ser tonta para no darse cuenta que ahí está el amor. En dónde más podría estarlo: si te encuentras a una persona en el mismo lugar en el que a ti te gusta pasar el tiempo cuando estás a solas, esa persona forma parte de tu mundo interior y siempre te va a acompañar.

Por eso a Shizuku se le va el aire cuando se da cuenta de lo que está pasando (confieso que a mí también se me fue, varias veces durante la película dejé de respirar): ha encontrado a alguien a quien le gusta estar en el mismo lugar en el que ella se retira a tomar refugio de la vida. No veo qué otra cosa puede querer decir que en las tarjetas de los libros que ella pide en préstamo de la biblioteca siempre aparezca, por encima del suyo, el nombre de alguien más; una misma persona que ya pasó por ahí, que los leyó antes que ella, que además está cerca... ¿quién será Seiji Amasawa?

¿No lo crees así? Apenas comienza la historia de Whisper of the Heart ( 耳をすませば mimi wo sumaseba, literal: si escuchas atentamente ) y el corazón late. Ésta es una historia de amor. No cabe duda.

Miyazaki es un genio. No dirige la película, pero escribe el guión. Y desde ahí, como guionista, se decanta por la metaficción. Permíteme aclarar algo, en este caso la palabra metaficción no apunta hacia ese horrible academicismo del discurso autorreferencial, de la ficción que habla de ficción. No, Miyazaki sabe ocultarse; es tan sutil que casi pasa desapercibido. Ésta es una historia de amor contada desde el amor.

Todo. Todo depende de cómo se cuenta lo que se cuenta. El valor personal de cada ser humano se corresponde con la clase de historias que es capaz de contar. Estamos obligados a ser buenos narradores porque quién sino nosotros mismos ha de contar la historia de nuestra propia vida; estamos obligados porque queremos morir sabiendo que tuvimos una existencia digna de ser.

Mimi wo sumaseba es sobre el destino. Siendo más precisa, sobre quienes están destinados al amor. Para ellos cada detalle es importante, las circunstancias son un tejido de relaciones absolutas. Nada es casual, todo es el universo en donde ocurren (por eso el papá de Shizuku dice que prefiere las tarjetas en los libros sobre los archivos digitales).

Quien es capaz de narrar el destino es quien más cerca está de conjugar el presente y la voluntad. De hacer magia. El destino es aquello que está escrito en el transcurrir del tiempo. Los caminos se bifurcan y se dividen. Tú lo sabes, a cada paso que das en el jardín del destino, debes elegir; y cada elección determina futuros caminos. Sin embargo, al final de una vida de caminar, puedes mirar atrás y ver un solo sendero detrás de ti. Quienes son capaces de narrar el destino no son capaces de ver qué sucede hacia delante, pero conocen bien el presente. Lo inmediato les pertenece. El tiempo está en sincronía con la acción. Así es como el mundo parece casualidad: lo que se entiende de la vida y del amor hace eco en todas partes.[1]

No hay otro modo. Hay que convertirse en lo que se desea, hay que conjugar el presente con la voluntad. En otras palabras, tenemos que estar a la altura del ideal que tenemos de nosotros mismos. Igual que Shizuku y Seiji. Igual que Miyazaki.

La teorización de un universo, el sueño representado, la historia dentro de la historia: nunca antes me había parecido tan claro que hay que amar para hacer arte... Y que la guerra, la guerra interrumpe el curso natural de las cosas.

Country Road, cambio y fuera.




P.D. No la había querido ver porque tenía miedo de llorar (y sí)… pero ya que la vi me siento muy contenta. Mis lágrimas cambiaron de signo: la tristeza se convirtió en dicha en cuanto brotaron de mis ojos.


[1] Creo entender que esto mismo es lo que le sucede a Kundera en La insoportable levedad del ser: “La casualidad, y sólo la casualidad, tiene un mensaje para nosotros. Todo lo que ocurre por necesidad, todo lo que es predecible, que se repite día con día, está mudo. Solamente la casualidad puede hablarnos. Somos capaces de leer su mensaje tanto como los gitanos leen los granos del café en el asiento de la taza. (…) La necesidad no conoce fórmulas mágicas, todas ellas se dejan a la casualidad. Si un amor ha ser inolvidable, la casualidad debe de volar a él como las aves a los brazos de San Francisco de Asís.”

lunes, 14 de octubre de 2013

Episodio Uno

Ahora que inicia la temporada de otoño y tuve oportunidad de ver algunos Episodios Uno, me sorprendí pensando en lo importantes que son. Se hayan o no generado expectativas mediante la publicidad previa, lo cierto es que el Episodio Uno es el primer contacto real que una nueva historia tiene con la audiencia. En él conocemos a los personajes principales, escuchamos sus voces, los vemos andar e interactuar. Se crean esperanzas.

No puedo decir mucho de lo que esta temporada nos depara, así que decidí escribir acerca del Episodio Uno que recuerdo con más gusto: Hyôka (Kyoto Animation, 2012). Primer día en la preparatoria, en un pequeño pueblo rural. Hôtarô Oreki y Satoshi Fukube discuten el lema del primero: Si no debo hacerlo, no lo haré; si debo hacerlo, que sea rápido. No es, de ninguna manera, que Oreki se crea por encima de las cosas como para prestarles alguna atención, es sólo que así es él, explica, prefiere llevar una vida en la que no tenga que resaltar. Sin embargo, impelido por su hermana mayor, ha debido inscribirse al Club de Clásicos y así prevenir su desaparición.

Sin otro remedio, Oreki se encamina a conocer el salón asignado al club. Espera que esté vacío, pues él es el único miembro inscrito. Sin embargo, al abrir la puerta, se encuentra con que dentro está una chica asomada a la ventana. Pronto, ambos se miran en un silencio que, de algún modo, resulta acogedor.


Y entonces, opening:



Apenas han transcurrido menos de cinco minutos de un episodio que dura cerca de veintiocho. Tiempo más que suficiente para notar lo cuidada que es la animación, lo detallado de los colores, la claridad del sonido que hacen las voces y las cosas, la belleza de la música incidental. Aún no sabemos de qué va a tratarse pero eso será resuelto en la primera mitad.

La chica se llama Chitanda Eru y desea inscribirse al club. Habiendo un inesperado miembro, Oreki decide que su presencia ya no es necesaria y se despide, recordándole que debe cerrar la puerta antes de irse. Entonces cae en la cuenta que él tiene la llave y que, cuando entró al salón, tuvo que abrir la cerradura. ¿Cómo es que ella ya estaba dentro? Los ojos de Chitanda brillan de curiosidad y, de alguna manera, envuelven a Hôtarô. Es menester resolver ese misterio.


Así descubrimos que estamos ante una historia de detectives. Una gran parte del encanto de los cuentos detectivescos está en el razonamiento que lleva a develar los misterios. En Hyôka, el proceso de pensamiento de Oreki se muestra gráficamente y en cada capítulo, con cada nuevo enigma, es diferente. El trabajo creativo que hay detrás de ello es magnífico.

Siempre me han gustado las novelas de detectives y Hyôka les rinde un cumplido homenaje. Oreki es un perezoso Sherlock Holmes al que, a diferencia de éste, la curiosidad que lo motiva no es propia sino de Chitanda y se manifiesta en el brillo de sus ojos. La animación también transmite efectivamente la sensación de ser envuelto por ella, empujado por su mirada. Una forma de amor incipiente, inconsciente.

Hyôka, dirigida por Yasuhiro Takemoto (K-ON!, Suzumiya Haruhi no Yuutsu), se transmitió entre abril y septiembre de 2012. Contó con 22 episodios (y uno extra). Las composiciones musicales que la ambientan corrieron a cargo de Kouhei Tanaka, Johann Sebastian Bach y Ludwig van Beethoven.


Extra: Esta temporada empecé a ver Kyôkai no Kanata, Coppelion, Golden Time y Arpeggio of Blue Steel. Tengo buenas expectativas.

lunes, 7 de octubre de 2013

Adiós, hacedor de sueños

Creo que por posts anteriores que escribí, se podrán dar cuenta que soy una gran fan de Hayao Miyazaki y del estudio Ghibli en general. Pero, más que una otaku que se dejó arrastrar por la ola de fanáticos que generó este cineasta a partir de su película El viaje de Chihiro (2001), me gustaría que pensaran en mí como una persona a la que las películas de Miyazaki le cambiaron su forma de percibir la belleza en el mundo. 

Suena exagerado, lo sé, pero lo cierto es que Miyazaki tocó mi corazón de formas en que no había sido tocado: sus personajes, sus historias, sus trazos, su arte, todos y cada uno de los elementos que conforman su trabajo me abrieron los ojos a un cine tan bellamente dibujado y narrado que me conmovía con tan sólo mirarlo.

La primera película que vi de Miyazaki fue El Increíble Castillo Vagabundo (2004); estaba sola en una sala donde nada más había tres personas. Al ver todos esos paisajes, esas escenas coloridas, ese castillo moviéndose al vaivén de una máquina de vapor, me di cuenta que estaba frente a algo único: la obra de un artista, pues sólo un artista puede mover tantos sentimientos en una sola toma.


Después de ese primer acercamiento seguí consumiendo casi toda su filmografía (creo que a esta nerd sólo le falta ver Nicky, la aprendiz de bruja), todas obras excepcionales que cuentan con el sello de su autor, porque Miyazaki tiene esa habilidad, porque detrás de cada paisaje, de cada nave voladora surcando un cielo azulado, de cada personaje entrañable, podemos verlo a él, podemos saber que es él quien nos habla, pues su vida fue contar las historias en su cabeza.

En una ocasión vi un especial de cómo se había hecho El viaje de Chihiro -quizá la más conocida al ser la ganadora de un Óscar- fue impresionante ver cómo Miyazaki revisaba uno a uno los dibujos que formarían cada cuadro de la película: perfeccionista, dedicado, vigilante hasta del más mínimo trazo. Pero también se veía al Miyazaki bromista, el que le prepara ramen a todo su equipo después de una jornada de trabajo; al Miyazaki que habla de sus películas con la misma pasión con la que se cuenta un recuerdo.


Hace poco, Hayao Miyazaki anunció su retiro en el festival de cine de Venecia, sin duda una noticia triste para todos los que seguimos su trabajo; Miyazaki nos ha regalado tantas historias que creímos -ingenuamente- que siempre estaría ahí. Pero no. Kaze Tachinu (traducida como Se levanta el viento o The Wind Rises) será su última película. El estudio Ghibli pierde uno de sus pilares más importantes y nosotros uno de nuestros animadores más queridos. Pero ¿cómo exigirle más al hombre que nos ha dado tanto? Es triste, sin embargo aún nos queda de consuelo Kaze Tachinu y todas sus demás obras (más las otras joyas que seguramente seguirá produciendo el estudio Ghibli).

La buena noticia es que está por estrenarse un documental de la directora Mami Sunada, titulado Yume to Kyōki no Ōkoku (The kingdom of dreams and madness). Aquí podremos ver a Miyazaki trabajando en Kaze Tachinu, a Isao Takahata en su filme Kaguya-hime no Monogatari (The tale of princess Kaguya) y a Toshio Suzuki produciendo ambos proyectos. Gracias a la cámara de esta directora, quien se mete hasta las entrañas del estudio Ghibli, apreciaremos a estos tres haciendo su magia en la intimidad de sus estudios, todo el proceso creativo que sin duda ha de ser una delicia presenciar. Este documental se estrenará en noviembre, en Japón. Ojalá pronto podamos verlo (descargarlo) por acá.


Miyazaki nos da para mucho, cada una de sus películas sería material suficiente para varios posts. Por ejemplo, a mí me gustaría escribir de cómo sus filmes están plagados de mensajes pacifistas y ecologistas; de como algunos de sus trabajos contienen una fuerte crítica a la guerra y al consumismo; o de como es uno de los que ha creado los personajes femeninos más memorables y auténticos dentro de la animación, fuertes y con presencia, Miyazaki es un feminista, pues. Aunque, por el momento, sólo le dedico estas líneas como desahogo ante su partida, la cual dejará un gran hueco en este corazón que cautivó hace unos años. Adiós a mi más grande hacedor de sueños.
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