domingo, 2 de septiembre de 2012

Eve no Jikan

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Hace muy pocos días, ante mi desconcierto y tonto asombro, escuché a un japonés decir que su país no era especial. “No más que cualquier otro, por lo menos”. Parecía que hablaba consigo mismo. Muy reflexivo, como si su interlocutor estuviera dentro de su cabeza, sabes. Incluso sus ojos miraban hacia adentro. No creo que sea algo común. Me refiero a poder atestiguar esa capacidad para la introspección. Este hombre, fotógrafo por cierto, representaba el modelo de cortesía y modestia que caracteriza a sus connacionales; estaba haciendo gala -sin intentarlo si quiera- de las sutilezas, del entendimiento no pronunciado, del sentido tácito, que desborda el idioma japonés. Inmediatamente le creí. Se escuchó honesto: no demeritaba las cosas fantásticas que suceden al interior de su país (estoy segura) pero, tampoco, pormenorizaba las identidades culturales de cualquier otra parte del mundo. Lo siguiente que dijo fue: “Aun así, me preocupan las ciudades japonesas… Tokio…” Hizo una pausa que, a quienes lo escuchábamos, nos sirvió para repasar nuestro bagaje visual de Japón. Qué digo visual, inevitablemente, se trata de algo conceptual: tecnológico-nuclear-eficaz-honda-geisha-arroz-volcán-suicida. O, tal vez, samurái-sociedadvertical-determinista-giganteconómico-enanopolítico-paraguastrasparentes. Lo siguiente que el fotógrafo dijo fue: “Todos los seres vivos necesitamos dormir. Si hubiera un ser vivo que no durmiera sería un monstruo. En Japón hay ciudades que no duermen. Viven despiertas 24 horas día tras día. Temo que algo va a suceder, se están acumulando demasiadas cosas en juego sin una válvula de escape.”
Esa frase, ese temor pronunciado de que algo va a pasar, hizo volar mi imaginación. Alcancé a vislumbrar una fantasía oscura y retorcida brotando de los sótanos de Akihabara. Y digo que la alcancé a vislumbrar porque, empujando con fuerza, venía un panorama más realista detrás. Algo más tangible. Basta con hacer algunas operaciones mentales entre población, capitalismo perverso y desastres naturales para poder configurar un escenario apocalíptico.  

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El archipiélago japonés está ubicado en una zona de movimiento de las placas tectónicas; es particularmente propenso a diversos fenómenos fisiográficos. El número de terremotos es muy alto, igual que los volcanes activos. La tierra está llena de ondulaciones, de regiones montañosas (cerca de tres cuartas partes de la superficie total). Dichas montañas,  generalmente, son empinadas, talladas por barrancos.

Desde el 2005, el crecimiento de la población es negativo: nacen menos niños que el número de ancianos que mueren; como resultado, tienen una población mayoritariamente adulta. En las calles se ven pocos niños y sí muchos adultos, a diferencia de México, en el que el porcentaje de niños y jóvenes es el más grande entre el número total de la población.

El otro día, vi un documental en el que decían que nadie puede saber cuál es la situación real de Fukushima porque los niveles de radiación son tan altos, intolerables para cualquier ser vivo, que no han podido aproximarse lo suficiente para hacer un evalúo real de la situación. Aunado, claro está, a la cantidad de variables incuantificables y no pronosticables de una fusión nuclear. 

Realmente suceden cosas extrañas en el mundo japonés, importantes, interesantes para todos. Hay una gran cantidad de fenómenos sociales que son especiales, únicos, porque son exclusivos de la región. Sólo allá suceden. El número de suicidios estudiantiles, los chicos que no quieren salir más de su habitación, las modas extravagantes y, no podemos olvidar a, los androides. Su gran desarrollo tecnológico raya en lo inimaginable.

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Y para androides, los de Eve no Jikan. Tan humanos. No quiero decir de qué va este anime porque el mayor deleite a través de sus capítulos recae en el dilema en que posiciona al espectador. Pero, confía en mí cuando te digo que retrata un futuro muy próximo dentro de una narrativa de ciencia ficción. El dilema, aunque algo descabellado, es tan intenso que es imposible no involucrar las creencias, la postura moral que uno tiene -o cree tener- sobre la vida y las máquinas y lo que no tiene vida. ¿Las máquinas están vivas o muertas? ¿O es que se encuentran en el limbo de ambas categorías? En fin, que este anime es una revelación. Y si no, por lo menos es tremendamente entretenido. Lo ves, te abstrae. El dibujo es magnífico, el trazo y los personajes son hermosos pero, además, los encuadres, enfoque, la conjugación narrativa de las escenas, son algo especial. Pon atención cuando veas Eve no Jikan, el dibujo habla por sí mismo, emociona solito.
 
Este anime nada más tiene 6 capítulos. Cada uno dura 15 minutos. O sea que, en suma, se trata de un anime de hora y media, ¡es como ver una película cortita! Perfecto para la prisa, para la falta de tiempo y los otakus indisciplinados. También para quien apenas le está agarrando el modo a ver anime (para los primerizos). Anda, date un Eve no Jikan o, como lo tradujeron al inglés, un Time for Eve. Es bueno.

Hasta te voy a dejar el link donde verlo, sin embargo, de ser posible recomiendo que lo descargues para que el video tenga un poquito más de calidad. Igual no se ve mal. El link es para ver el capítulo 1 y de ahí seguir con el resto. Utiliza la opción 1 para que el reproductor funcione:

http://animeid.com/ver/eve-no-jikan-1.html

 
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Todo lo que hacemos los seres humanos nos concierne de alguna u otra manera, nos relaciona. Habitar los mismos mundos ficcionales, el mismo horizonte de referencias nos hace sentir cerca unos de otros y estimula el autoconocimiento. A pensar hacia dentro. Como el fotógrafo del que te hablaba al principio…

3 comentarios:

  1. Es tan raro mientras leía este post me pareció mucho más creer que estaba leyendo sobre magnitudee 8 que otra cosa.

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  2. Bueno, la asociación más obvia, directa, es esa. Hay cosas muy puntuales que decir respecto a eve no jikan pero, no quería adelantarle nada a quien no la haya visto porque la trama es muy muy atrapante cuando la descubres por primera vez.
    Gracias por leer, igual tokio magnitude me gustó mucho. Más adelante podemos profundizar en ese anime y contar otras historias extravagantes de terremotos nipones :)

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