domingo, 3 de agosto de 2014

Saga de las hormigas quimera, Hunter x Hunter


Hay sucesos en la vida que son invisibles a los ojos en el momento que ocurren y solo se revelan hasta pasado un tiempo en el que vuelven a manifestarse como clave para un proceso caro al espíritu.
El final de la saga de las hormigas de Hunter x Hunter es un buen ejemplo. Cuando lo vi supe que era algo impresionante. El día de hoy descubrí que, además, esa historia se ha convertido en una representación íntima del honor, y por tanto, en un referente desenfadado al cual volver cuando necesito recordar el sentido del honor.
Soy una clavada. Supongo que esto es ser otaku y aceptar la ficción como realidad.

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La saga de las hormigas (la cual finalizó hace un par de semanas) plantea el siguiente escenario: entre las hormigas quimera ha nacido un ser supremo. Un rey seleccionado por ley natural.
Las habilidades intelectuales y físicas de El Rey son inalcanzables para cualquier otro ser vivo en el mundo. Los humanos, de no hacer algo, están destinados a la esclavitud, por decir poco; en realidad están condenados al exterminio frente a una fuerza depredadora superior. Y sin embargo, las fuerzas defensoras de la humanidad comandadas por Netero sama han de sacrificar su vida en la batalla por todo tipo de motivaciones emocionales que poco tienen que ver con el bien de la humanidad. A su vez, también parecen llamadas por el destino, sus vidas están enlazadas con la existencia de El Rey.
La manera en que se narra esta batalla, en lo abstracto, se parece mucho a la épica de un tablero de Go, de Ajedrez y de Gungi:
Estrategia. Movimientos. Disposición del tablero. Interpretación. Anticipación. En la batalla final converge la historia de toda la humanidad. Es imprescindible que luchen aquellos que poseen lo mejor que hay en el guerrero humano. Los más iluminados a pesar de sus dilemas, del signo que los rige. En esta batalla se requiere de profundas meditaciones llevadas a la práctica simultáneamente.
Dicha condición de relatividad entre el pensamiento y los hechos es una delicia en la forma narrativa que adopta Hunter x Hunter…
Una vez dispuesto el tablero, el campo de batalla y sus condiciones, no hay que perder de vista que El Rey no es un símbolo fijo. Sus abrumadoras habilidades de aprendizaje al interactuar con las emociones humanas terminan por “contaminarse” y, entonces, se revela que aunque su naturaleza es la del gobernador absoluto también es un ser piadoso, capaz de amar. El Rey no nació humano, pero el desarrollo de su personalidad lo transforma en algo humano. De cualquier forma esta faceta de El Rey se manifiesta hasta después de haberse definido el curso de la batalla, cuando los hechos ya se han consumado y es irrelevante para el resultado material de las cosas.
De tal forma, la épica de Hunter x Hunter planta sus raíces en la transformación del ser, en el pensamiento filosófico: si en toda su perfección El Rey pudo reconocer el valor de las emociones humanas, ¿esto quiere decir que la clave de nuestra naturaleza evolutiva radica en los matices del corazón?

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A media tarde caminaba por la calle cuando me dije a mí misma: “tienes que ordenar tu pensamiento bajo un supuesto de rectitud. El hilar de las ideas en tu mente debe de seguir un patrón, un cauce que desemboque en algo divino, ¿por qué habrías de soportar ser otra cosa, sin sentido, abrumada por el dolor y los deseos? Al parecer, cuando se guarda en el corazón el amor a Dios, no se traiciona la existencia. Todas las pruebas del azar toman forma ante el espíritu que ha encontrado una medida para la existencia. Así no se va a la deriva, y no se tiene miedo, y cuando quieres explorar más allá de los límites conocidos tienes una forma de encontrar la luz allá contigo a donde quiera que vayas. Como en Hunter x Hunter.”

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El párrafo anterior probablemente solo tenga sentido para mí. Revela a qué grado la ficción es una realidad lúcida en los procesos que conforman mi identidad personal. Por otro lado, bien podemos pretender que es prueba de que Hunter x Hunter es una joya, anime que inspira al cambio, a la transformación.
Escribo este post semanas después de haber visto el final de la saga de las hormigas. Este tiempo es relativo, me parece que concuerda con el tiempo que tardé en siquiera poder observar y medio comprender la transformación de El Rey, aquél ser divino que evoluciona más rápido que yo y que cualquiera.

lunes, 24 de febrero de 2014

La Rebelión de Homura y el Fin del Mundo

Creo que Puella Magi Madoka Magica tiene todo el potencial para volverse un clásico de la historia del anime y que Hangyaku no Monogatari —Historia de la Rebelión (2013)—, es la End of Evangelion de esta generación. Esta es mi opinión y, en los siguientes párrafos, ofreceré algunos argumentos en su favor con los que se puede, o no, estar de acuerdo.

Las historias del fin del mundo tienen un atractivo natural, porque nos llevan a la orilla del tiempo y el espacio, a la presencia de Dios. En ese sentido, The End of Evangelion (1997) representó el punto culminante de una generación en crisis: todos los personajes aparecen como soledades que se rozan, que parece que se acompañan, pero que, en realidad, permanecen aisladas y temerosas, centradas en sí mismas y sin apenas voluntad para relacionarse con el otro. Shinji es el mejor ejemplo. Su orfandad es trágica, pero lo es más el hecho de que no hace nada por salir de ella, es incapaz de ver las manos que se le tienden, receloso. Su amor es destructivo. En The End, sin embargo, puesto ante la disyuntiva de fundirse en los demás, de borrarse y entrar en la comunión más perfecta con los otros, elige el dolor que acompaña la libertad.


Los noventas fueron años de inquietud. En Japón, el milagro económico de las décadas pasadas estaba amainando y la incertidumbre se volvió la moneda de cambio. Aquí, la crisis minó la confianza de todos en el futuro. Cabe imaginar que muchas personas escogieron replegarse en sí mismas, del mismo modo en que uno se encoge para cubrirse de la tormenta. Quizá Evangelion intentó representar, entre otras cosas, la lucha contra el miedo a la libertad que significaba la caída de esas estructuras, mediante el fracaso reflexivo, obsesivo, en solitario.

La generación de Madoka es un tanto diferente. Parece más esperanzadora que aquella, aunque se enfrenta a las mismas cosas. Si ya vieron la serie —y espero que así sea—, recordarán que la heroína, Madoka, asume por sí misma una solución al problema universal de la causa y el efecto, evitando que las guerreras mágicas tornaran en maldiciones sus deseos, estableciendo un orden acorde con sus convicciones. Eso implicó, desde luego, su salida del ciclo kármico, su existencia (por decirlo de alguna manera), fuera del tiempo y el espacio, simultáneamente consciente e inconsciente de lo que fue, es, será y de lo que pudo ser. Pero para que esto fuera posible, Madoka necesitó apoyarse del esfuerzo de Homura, aprovecharse de su deseo de salvarla. Con ello, un nuevo universo se constituyó. En éste Madoka nunca existió, pero Homura la recuerda.

Para muchos, este final fue satisfactorio. Para otros, se cometió una gran injusticia contra Homura. Después de todo, ella fue quien se sacrificó regresando una y otra vez en el tiempo, sólo para ver morir a su amiga en cada vuelta. Es cierto que al final Madoka se salvó de convertirse en una Bruja, pero el costo fue muy alto y así no era como el deseo de Homura debía ser satisfecho.

Hangyaku no Monogatari explora los sentimientos más profundos de Homura y su lucha por encontrar una solución con la que pueda sentirse satisfecha. Su historia es la del conflicto entre dos bienes que, a veces, se presentan en vertientes contrarias: el deseo y el orden. El deseo, casi por definición, es algo vital que mueve a la acción y al amor. Este amor, que a veces también puede ser destructivo, es distinto al que experimentaba Shinji hace diecisiete años, porque no teme demostrarse ni consumirse en sí mismo. Se sufre, por supuesto, pero parte de un lugar diferente al del aislamiento. Madoka, cuando existía, era una niña afortunada, que no tenía razones para desear que su vida cambiara. Cambió, sin embargo, porque eso sucede en cuanto uno sale del ámbito protector del hogar, para conocer un universo de emociones contradictorias que lo mismo le traerían risas y lágrimas. Así, Madoka se enfrentó a su propio fin del mundo y aceptó dignamente la comunión que Shinji rechazó. Donde uno escogió la individuación, ella optó por volverse parte del Todo por su confianza irrestricta en la vida y la aceptación de sus dos caras. La generación de Madoka, si puede identificarse con esta historia y sus personajes, quizá sea una que prefiere aceptar e integrar la contradicción mucho más que escindirla y aislarla.


Puella Magi Madoka Magica: Hangyaku no Monogatari se estrenó en los cines de Japón el año pasado y se presentó en México como parte del festival Konnichiwa! Se cuenta que estuvo preseleccionada para competir por el Oscar en la categoría de Mejor Película Animada. Como sea, con esta obra, queda mucho más asentado que Gen Urobuchi es uno de los mejores creadores que hay en la industria del anime en los últimos años. Vale la pena seguirle la pista.

lunes, 10 de febrero de 2014

La literatura llevada al anime


Es bueno encontrar animes como Aoi Bungaku (2009), el cual combina hermosas técnicas de animación con clásicos de la literatura japonesa, dando como resultado una serie de seis historias cortas que nos llevarán a explorar distintos aspectos del ser humano.

El encargado de abrir esta serie, y es también la historia más larga, es Ningen Shikkaku (Indigno de ser humano) basado en la novela del escritor Ozamu Dazai. Esta es quizá una de las historias más complejas que yo he visto en un anime. En tan solo cuatro episodios nos muestran la vida de Oba Youzou, un joven que está convencido de que la sociedad es tan decadente e hipócrita, que no puede sentirse parte de ella. "Mi vida fue tan vergonzosa, para mí me fue imposible comprender la forma de vivir de un ser humano". Bajo esta idea, Youzou es incapaz de sentir empatía por los demás o por sí mismo, es por eso que se dedica únicamente a vivir usando falsas máscaras, convencido del demonio que lleva dentro, arrastrando a un espiral de decadencia a cualquiera que se relacione con él.



Ningen Shikkaku se convierte así en una historia que se puede analizar desde diferentes puntos de vista; por un lado se muestra como una crítica a la sociedad japonesa decadente de la posguerra, y por otro es un relato existencialista que busca entender lo que hace al ser humano, humano. La carencia de valores, el vacío existencial, la apatía por el otro, la sociedad consumista, la hipocresía de las personas, todos estos son algunos aspectos que la historia toca; y vaya que son una sacudida emocional para cualquier espectador.    

Kokoro (Corazón) es otro cuento de la serie y también uno de mis favoritas. Basada en la novela  Natsume Sōseki, Kokoro cuenta una historia desde los puntos de vista de dos personajes, el joven y el monje. Los dos tienen una relación, que más allá de una amistad, se percibe como una relación afectuosa entre un alumno y un maestro; ambos cuentan con filosofías de vida distintas pero tienen algo en común: el amor hacia la misma mujer. Es así que estos tres personajes principales se verán involucrados en una historia, que más que ser un triángulo amoroso, se convierte en una exploración a sentimientos como la amistad, la soledad y el amor.



Las otras historias que comprenden la serie son: Sakura no mori no mankai no shita (En el bosque bajo los cerezos en flor) de Ango Sakaguchi. Hashire Melos! (¡Corre, Melos!) basada en una fábula de Cayo Julio Higinio. Kumo no Ito (El hilo de la araña) de Ryunosuke Akutawa. Y por último Jigokuhen (El biombo del infierno) también de Ryunosuke Akutawa.

Todas las historias son dignas de verse y disfrutarse, y nos darán un buen recuento de grandes relatos de la literatura japonesa. Cabe hacer mención que la serie contó con la participación de cinco directores. Esto se ve reflejado en el estilo de la narración que hay de una historia a otra, pero también en la técnica de animación, la cual cambia a lo largo de la serie, lo que viene a darle un toque único a cada episodio.



Es por eso que Aoi Bungaku se convierte en una antología que no debemos perdernos, pues no sólo es un compendio de grandes historias, sino un recopilación de diversas técnicas de animación únicas y hermosas. Es loable el esfuerzo que hace esta serie, pues en tan solo 12 episodios nos da un buen repaso de algunos clásicos de la literatura japonesa. Ojalá existieran más animes como este, que se echan mano de lo mejor de las letras y la animación para crear un producto magnífico.

lunes, 3 de febrero de 2014

Fullmetal Alchemist: Brotherhood

El principio de la alquimia es el intercambio equivalente. Transmutar un objeto en otra cosa sólo es posible si se respetan los principios básicos de comprender, descomponer y reorganizar. Casi todo es posible mediante la alquimia. La materia no se crea, ni se destruye: se transforma. No obstante, también hay límites y dos hermanos los cruzan de la peor manera posible: intentar resucitar a su madre muerta. El costo es altísimo y el resultado, desastroso. Un intento de transmutación humana se paga con sangre, huesos, tejidos y fracaso porque hay algo que, como no es materia, no puede transmutarse: el alma.

Con este escenario empieza una de las series más populares que hay: Fullmetal Alchemist: Brotherhood. Su éxito está cimentado en numerosas cualidades: una historia muy bien narrada, llena de aventuras, peligros, giros inesperados, personajes entrañables y yo agregaría, en el fondo de todo, sutil, pero muy presente, una reflexión sobre lo que nos hace humanos.

A lo largo de sus más de sesenta episodios, los hermanos Edward y Alphonse Elric viajan en busca de una manera de recuperar lo perdido en aquel intento malogrado. Durante varios años, los hermanos se consagraron al estudio de la alquimia únicamente para realizar ese experimento y, al final, no sólo no lograron su cometido sino que Ed, el mayor, perdió una pierna y un brazo, y de Al sólo quedó su alma, fijada a una armadura vacía. Queda una esperanza: encontrar la mítica Piedra Filosofal.

Su aventura, sin embargo, está inserta en algo más grande. La alquimia, elemento fundamental de esta historia, consiste en una serie de métodos mediante los que se realiza la transmutación de la materia con fines muy diversos. En la sociedad de Fullmetal Alchemist, los alquimistas son muy apreciados por los milagros que son capaces de realizar. Muchos de ellos trabajan para el ejército de Amestris, como Ed, y cumplen con funciones de investigación y otras operaciones.

Amestris es un Estado militarizado, gobernado por la mano firme del Presidente Führer King Bradley. Se trata de una nación reciente que, para mantener sus fronteras, se ve necesitada de echar mano de un fuerte aparato de control. No es un Estado homogéneo, está compuesto de varias pequeñas naciones independientes que luego fueron absorbidas por el gobierno centralizado de Bradley, algunas mediante la violencia.


Es importante tener esto presente, porque el viaje de los Elric estará asociado íntimamente a las historias de los diferentes personajes que conocerán y cada encuentro planteará nuevas interrogantes. En primera instancia, tuvieron que cruzar muchos límites para concretar el experimento de transmutación. ¿Hasta dónde, bajo la excusa del progreso y el orden, es permisible seguir?

En Fullmetal Alchemist: Brotherhood, muchos personajes cruzan límites en función de lo que buscan. Edward, por ejemplo, habiendo fracasado en resucitar a su madre, necesitó fijar el alma de su hermano a una armadura, para no perderlo. Una armadura no se cansa, no necesita comer, no necesita dormir. Tampoco puede sentir la brisa, el calor, el frío. ¿Puede Alphonse considerarse humano en ese estado? 

También es posible hacer quimeras: mezclar animales con personas. Las quimeras tienen voluntad, capacidad de lenguaje y sentimientos. ¿Todavía son humanas? Montaigne –el filósofo que decía no serlo–, no estaría de acuerdo, al menos en términos de grado, porque él pensaba que son más cercanos el más vulgar de los hombres y el más fino de los animales, que ambos con el humano más digno.

Se dice que nuestras emociones –complejas como son–, también sirven para definir lo humano. Sólo nosotros (me incluyo), podemos sentir orgullo, ira, avaricia, pereza, envidia, gula y lujuria. Sólo nosotros podemos convertir nuestras necesidades básicas en arte, vicio o virtud. Es el pecado que nos separa de Dios y de la Verdad; pero en esa escisión también nos confiere nuestra libertad y naturaleza. Tras bambalinas hay un personaje más, uno que no era humano, pero llegó a ser y ahora desea algo más. La alquimia le dio existencia y también le separó de sus emociones, para ponerlas a su servicio. El objetivo es ser Uno, aquel del que todo parte, y al que todo vuelve. Uno que no es humano, pero lo contiene. Quizá el error de desear lo inmortal, lo permanente, está en que teniéndolo todo no se tiene nada.

Quienes ya hayan visto esta serie, podrían encontrar cierta resonancia en lo que ahora escribo. Quienes no, sepan que la alquimia no es más que la vida misma, en la que uno recibe lo que da y da lo que recibe; y perpetúa con ello el movimiento de Uno. Totalmente recomendable.


domingo, 26 de enero de 2014

Wake up girls!


Me gusta que me recomienden libros. Y tengo en muy alta estima a quienes lo hacen. Cuando alguien en quien confío me habla de buena gana acerca del libro que acaba de leer, no lo pienso dos veces, ya sólo se trata de ver si me lo presta, lo compro, lo descargo o lo que haya que hacer para conseguirlo.

Días después, por fin llega el momento de leer el nuevo libro y: ¡cuánto disfruto las primeras líneas! Ese despliegue de hechicería que da indicios de si la narración existe en el pasado, el presente o el futuro. El artificio que es la voz del narrador. La vida que se manifiesta en lo descriptivo.

Parte de lo maravilloso de leer cuentos está en la prontitud con la que se abren y se cierran ventanas a múltiples ficciones. Las antologías de cuento se parecen a esos sueños en los que hay un pasillo largo plagado de puertas que, al abrirlas, conducen a lugares diferentes e inverosímiles. Una de esas puertas casi siempre da al mar.

Con el anime pasa igual. Las primeras escenas de un primer capítulo y “el intro” resultan ser una bella pauta para determinar el tipo de ficción en el que, si queremos, nos podemos sumergir. Y bien duro.

Hoy empecé a ver uno nuevo. De lo primerito en revelarse es que la acción ocurre a lo largo del 1 de enero del 2014. ¡Hace apenas 26 días!

A veces lo japonés me asusta. Yo digo que allá el tiempo es un valor estético porque te hacen sentir las implicaciones de tu existencia temporal a razón de sus ficciones.

El anime en cuestión se llama “Wake up girls”. La historia es acerca de un grupo de chicas que tienen por sueño convertirse en idols… ¡Uf! Lo que ocurre en este anime se parece tanto a Tokio y a sus mujeres, a la forma en que comercializan y venden un nuevo grupo musical, que casi vi a los personajes cobrar vida y atravesar la pantalla (ojo: si lo piensas fríamente, esto es lo que pretenden quienes hacen cosplay en Japón; un cosplay lo suficientemente bueno como para creer que personajes de anime andan por ahí tomando café y paseando por los jardines imperiales.)

En “Wake up girls” las protagonistas parecen niñas pequeñas, pero hablan sobre tener un trabajo y mostrar actitudes de análisis y madurez frente a la vida cotidiana.

Soy fan.

Todo es tan disparatado y tan realista a la vez, simplemente no puedo dejar de preguntarme: ¿en qué me metí con este anime? Así como en “Wake up girls” se ven carteles promocionales del grupo de idols en las calles de Sendai, en las calles de Sendai (las “reales”) hay carteles promocionales de este grupo de idols. Seguro también ya venden bebidas con su rostro en cada Seven Eleven.

Igual no lo sigo viendo, igual y sí. La moraleja aquí es: “El anime, sea como sea, es una ventana a un nuevo mundo ficcional, pegajoso, bien cimentado. Y claro, se escapa a la realidad nipona cada que puede (en forma humana, comercial, musical, material, onírica y demás).”




P.D. Narradores japoneses, dejen de jugar con mi mente.

lunes, 20 de enero de 2014

Estrenos de temporada: Nisekoi


Este año me propuse ver más anime. A veces con la vida de adulto aburrido dejamos de lado las cosas que amamos; pero este año no, este año me pondré al corriente con todos los animes que dejé empezados por alguna u otra razón. Terminaré los capítulos que me faltan de Naruto, Hunter X Hunter, Bleach, etc. Me lo debo, se los debo.

Pero también quiero ver animes nuevos, no tan largos y demandantes como los que cité (o quizá sí, uno nunca sabe), porque esos ya me exigen mucho de mi tiempo, y se los daré. Es por eso que me voy a ir por historias más cortitas, animes de fantasía, romance, terror, no importa; quiero ver anime, quiero enamorarme de más personajes.

En enero hay nuevos estrenos, hay muchos que, al leer las reseñas, se me antojan: Tonari no Seki-Kun, Noragami, Wake up Girls!. En serio, esta temporada hay grandes historias para todos los gustos, chéquenlos en sus páginas de confianza.

Yo por mi parte empecé con Nisekoi (2014), un anime basado en el manga de Naoshi Komi, y me llevé una agradable sorpresa. Este cuenta la historia de Ichijo, un estudiante destacado que aspira a entrar a la universidad de prestigio y a tener un trabajo respetable y común; en el pasado hizo una promesa con una niña que le regaló un collar en forma de candado, de volverse a encontrar un día para abrir juntos el collar y ver lo que guarda dentro, y sería en ese momento en que podrían casarse.

En la actualidad, Ichijo sospecha que esa niña es Onodera, una chica de su salón de la cual se siente atraído, pero por distintas circunstancias no ha podido acercarse y preguntarle sobre el collar. Es entonces que aparece Kirisaki, una estudiante de intercambio, mitad estadounidense y mitad japonesa, que es transferida al salón de Ichijo. Kirisaki e Ichijo de inmediato empiezan a tener roces al grado de prometer que no se volverán a hablar, pero no contaban con que sus familias tienen otros planes para ellos.

Y es que lo que parece ser una simple comedia romántica que girará en torno a un triángulo amoroso compuesto por Ichijo, Onedera y Kirisaki, en realidad es algo más complicado y divertido. Resulta que Ichijo es hijo del jefe de los yakuzas, y Kirisaki a su vez es hija del jefe de una banda de mafiosos. Tanto los yakuzas como los mafiosos son rivales y se encuentran al borde de una guerra sangrienta; por lo que los jefes de ambos lados deciden hacer pasar a sus hijos por novios para calmar la situación y tener paz. Con lo que no contaban es que Ichijo y Kirisaki se odian, y les será muy difícil mantener esa mentira a los ojos siempre vigilantes de los demás miembros.

Nisekoi promete ser una historia muy romántica, pero más que eso es una gran comedia. En los poco más de 20 minutos que dura cada episodio no dejan de soltar chistes y situaciones graciosas. A manera de una comedia de enredos, los protagonistas no dejan de meterse en problemas con tal de aparentar un amor que evidentemente no sienten. Tanto los yakuzas como los mafiosos son personajes graciosísimos, uno no deja de soltar carcajadas cuando aparecen en escena; son tan violentos pero a la vez tan entrañables que vienen a aderezar perfectamente el tono cómico de la historia.

La narración es ágil y no da lugar a que uno pierda el hilo de la historia; valiéndose en ocasiones de varios recursos (como el de presentar a los personajes dentro de viñetas de cómics), hace que sea una comedia ligera y fácil de seguir. Y ni qué decir de la animación y la musicalización, todo encaja perfectamente para crear un anime que promete ser entrañable.



Nisekoi lleva apenas dos capítulos al aire, los suficientes engancharnos a la historia. Ya quiero ver lo que pasa con estos tres personajes; quiero ver en qué acaban todos estos enredos que involucran amor, yakuzas, mafiosos, espadas, peleas y adolescentes enamorados.

lunes, 13 de enero de 2014

Una buena madre


Los niños-lobo: Ame y Yuki (おおかみこどもの雨と雪 – Ookami kodomo no Ame to Yuki), trata de la vida de Hana, una mujer que, cuando era estudiante universitaria, conoció y se enamoró de un hombre que luego le confesaría que era un hombre-lobo. Sin que a ella le importara mucho, pues tanto lo amaba, se casaron y tuvieron dos hijos: una niña llamada Yuki, porque nació un día nevado, y un niño que nombraron Ame, porque nació un día lluvioso. Juntos, trataron de llevar una vida normal, en un pequeño departamento de la ciudad, prometiéndose que criarían a los niños para que, al crecer, pudieran decidir por sí mismos lo que quisieran hacer de sus vidas. Sin embargo, la muerte inesperada del hombre-lobo obligó a Hana a buscar un hogar lejano, donde cumplir esa promesa.

Sin necesidad de pensarlo mucho, ya podremos imaginarnos cuáles son las dificultades que Hana enfrenta durante los poco más de diez años que abarca la historia. ¿Qué hacer si los niños enferman? ¿Podrán ir a la escuela, tener amigos? ¿Cómo solventar los gastos, si no puede dejarlos al cuidado de nadie más? Con amor, creatividad y un poco de angustia, Hana va encontrando, una a una, las respuestas a sus interrogantes al tiempo que los pequeños Yuki y Ame van creciendo y descubriendo quiénes son.

El valor de esta historia está en la representación del amor maternal. Hana es la madre que cualquiera querría tener: amorosa, sensible, receptiva, paciente, prudente, firme, leal. Su presencia en la película, sin embargo, puede parecer sutil ante la explosiva vitalidad de los niños-lobo, especialmente Yuki, que un segundo están corriendo sobre dos pies y luego en cuatro patas, aullando y destruyendo cosas a su paso. Hana no es la madre heroica, que tiene que sacrificar su vida para afrontar la adversidad cotidiana de ser una madre viuda, oculta en las montañas con un secreto peligroso. Mejor, Hana es todo eso, pero lo más importante es otra cosa: es buena madre. Una que, sin darse cuenta, porque su amor es natural, deja en sus hijos una semilla benigna y saludable, que los acompañará en el futuro, que les guiará para saber cuándo y en quién pueden confiar y, sobre todo, cómo amar.

La historia de una madre es, también, la de sus hijos. Yuki y Ame, son, en esencia, tan parecidos como sus nombres (significan nieve y lluvia, respectivamente), pero diferentes en su naturaleza individual y en las experiencias que les sirven para reconocer el mundo al que pertenecen. Recuerdan poco de la vida en la ciudad, de su padre no tienen más que una fotografía; pero están profundamente conectados con su nuevo hogar en las montañas, al que se acoplan como si de su hábitat natural se tratara. Lo que son y lo que llegan a ser, son unas de las cosas más bellas que componen esta historia.

Ver esta película es asomarse a la vida cotidiana de esta singular familia, reír con sus ocurrencias, conmoverse con su cariño y anhelar, quizá con nostalgia, el amor de quien nos crió, quien supo escucharnos en silencio, nos ofreció sus brazos cuando estuvimos asustados o nos preparó una bebida caliente para hacernos sentir que estábamos en casa.

Los niños-lobo: Ame y Yuki se estrenó en junio de 2012 y fue dirigida por Mamoru Hosoda, quien es reconocido por la célebre La chica que saltaba en el tiempo ( 時をかける少女 – Toki wo kakeru shoujo).
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